EE.UU. anunció el retiro de Hayat Tahrir al-Sham (HTS) de su lista de organizaciones terroristas, anulando la designación del grupo apenas una semana después de haber levantado las sanciones económicas impuestas durante décadas. El movimiento se produce tras la caída del régimen de Bashar al-Ásad y la toma de poder del exlíder rebelde Ahmed al-Sharaa, quien encabeza ahora un gobierno de transición en Siria con apoyo tácito de potencias occidentales y países de la región.
HTS busca legitimidad internacional
El reconocimiento progresivo de HTS por parte de EE.UU. y Europa marca una transformación radical. El grupo, que supo estar vinculado a Al Qaeda y fue protagonista de múltiples violaciones de derechos humanos en Idlib, lideró la ofensiva que derrocó a Bashar al-Ásad en diciembre de 2024. La victoria culminó con la disolución de las milicias rebeldes y la integración de algunas facciones armadas en la nueva fuerza policial nacional. Estados Unidos respondió rápidamente con el retiro de sanciones y la remoción de la designación de HTS como organización terrorista, una medida que hubiese sido impensable pocos años atrás.

El nuevo presidente interino, Ahmed al-Sharaa, ha logrado reposicionarse como interlocutor legítimo. Desde que asumió el poder, se muestra dispuesto a cooperar con actores clave como Israel y ha retomado el diálogo sobre el acuerdo de separación de fuerzas de 1974. La reapertura diplomática incluye a Reino Unido y Francia, y responde también a la presión de Turquía y Arabia Saudita para reincorporar a Siria al sistema internacional. Aunque la transición es incierta, el enfoque pragmático de Washington apunta a asegurar estabilidad en Medio Oriente a través de una figura que, aunque polémica, ofrece una alternativa a décadas de autoritarismo y conflicto.
El desafío económico del nuevo gobierno
Según el último informe del Banco Mundial, Siria enfrenta una recuperación extremadamente compleja. Tras una contracción del 1,5 % en 2024, se proyecta un crecimiento del 1 % para 2025. Aunque el levantamiento de sanciones ofrece cierto margen, la escasez de divisas, el limitado acceso al sistema bancario internacional y los persistentes desafíos de seguridad limitan seriamente el panorama. El informe advierte que uno de cada cuatro sirios vive en la pobreza extrema y que el ingreso nacional per cápita cayó a solo 830 dólares en 2024, muy por debajo del umbral para países de bajos ingresos.

En este contexto, el gobierno de transición liderado por al-Sharaa ha puesto en marcha medidas para unificar las políticas fiscales y monetarias, mejorar la gobernanza y atraer inversión extranjera. Con el apoyo de Turquía y algunos Estados del Golfo, la reapertura económica podría ser una vía para consolidar legitimidad interna e internacional. Sin embargo, el camino hacia una recuperación sostenible dependerá de acuerdos energéticos internos, del retorno de la población desplazada y de una gestión eficaz de los recursos. El optimismo expresado por el nuevo ministro de Finanzas, Yisr Barnieh, refleja una apuesta por el pragmatismo y la cooperación regional para reconstruir una economía devastada por más de una década de conflicto.
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