El USS Carl Vinson y el USS Nimitz, dos de los portaaviones más poderosos del mundo, se encuentran realizando operaciones conjuntas en la región del Mar Arábigo, en el marco de una nueva demostración de fuerza de EE.UU. ante la creciente amenaza de los rebeldes hutíes en el Mar Rojo.
Ambos están operando bajo el Comando Central de Estados Unidos (CENTCOM), como parte de una estrategia de presión y contención ante la reactivación del conflicto en el corredor marítimo más estratégico del mundo.
Proyección de poder en un momento crítico
La imagen oficial difundida por la Armada de EE.UU. muestra a los dos portaaviones maniobrando juntos el 5 de julio en aguas del Mar Arábigo. Este despliegue ocurre tras el incremento de ataques hutíes contra embarcaciones comerciales en la región, en especial a lo largo del estrecho de Bab el-Mandeb, donde fuerzas navales occidentales ya han sufrido hostigamientos directos.

El USS Carl Vinson (CVN 70), con base en San Diego, se encuentra en una de sus misiones más prolongadas en años recientes. Fue acompañado por el USS Nimitz (CVN 68), el portaaviones nuclear más antiguo en servicio, para realizar maniobras de interoperabilidad y mostrar cohesión operativa ante posibles amenazas en el teatro de operaciones del Medio Oriente.
Capacidades estratégicas de los Nimitz-class
Ambos buques, parte de la clase Nimitz, representan el pináculo de la proyección aeronaval estadounidense. Cada uno de ellos despliega más de 60 aeronaves —entre cazas, helicópteros y plataformas ISR— capaces de realizar ataques de precisión, misiones de superioridad aérea y reconocimiento de largo alcance.
Gracias a sus dos reactores nucleares, estos portaaviones pueden operar sin necesidad de repostar combustible por 20 a 25 años, otorgándoles una autonomía y alcance sin precedentes. Además, su sistema de lanzamiento CATOBAR (Catapult Assisted Take-Off But Arrested Recovery) permite el uso de aeronaves pesadas, aumentando su capacidad ofensiva.
Escenario regional: nueva fase del conflicto con los hutíes
Este movimiento militar coincide con el deterioro de la seguridad en el Mar Rojo, donde los rebeldes hutíes —respaldados por Irán— han retomado sus ataques a embarcaciones internacionales, afectando rutas clave del comercio global. En respuesta, EE.UU. ha intensificado su presencia con activos navales y aéreos en la región, buscando disuadir nuevos episodios de agresión y asegurar la libertad de navegación.
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