El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció la imposición de aranceles del 50% a las importaciones provenientes de Brasil, una medida que, lejos de obedecer a consideraciones estrictamente comerciales, responde a un gesto de apoyo político al expresidente brasileño Jair Bolsonaro, hoy procesado por su presunto intento de revertir los resultados electorales de 2022. La decisión, publicada en Truth Social, refuerza el vínculo ideológico entre ambos líderes y abre un nuevo frente de tensión diplomática entre Washington y Brasilia.

“A partir del 1 de agosto de 2025, cobraremos a Brasil un arancel del 50% sobre todos y cada uno de los productos brasileños enviados a los Estados Unidos, independientemente de todos los aranceles sectoriales. Las mercancías transbordadas para eludir este Arancel del 50% estarán sujetas a ese Arancel más elevado”, escribió Trump en una carta dirigida al presidente Luiz Inácio Lula da Silva.
En este sentido, Trump condenó la decisión de la Corte Suprema de Brasil que ya inhabilitó a Bolsonaro hasta 2030, y ahora deberá enfrentar un juicio penal que podría implicar hasta 30 años de prisión si se lo declara culpable de intento de golpe de Estado.“Conocí y traté con el expresidente Jair Bolsonaro, y lo respetaba mucho, al igual que la mayoría de los otros líderes de los países. La forma en que Brasil ha tratado al expresidente Bolsonaro, un líder muy respetado en todo el mundo durante su mandato, incluso por los Estados Unidos, es una vergüenza internacional. Este juicio no debería tener lugar. ¡Es una Caza de Brujas que debería terminar INMEDIATAMENTE!”, sostuvo.
En línea con estas declaraciones, el líder republicano también criticó las sanciones que la Corte Suprema de Brasil impuso a plataformas como X (propiedad de Elon Musk), a raíz de su falta de colaboración en investigaciones sobre desinformación y discursos de odio. Trump calificó estas medidas como “órdenes de censura secretas e ilegales” y anunció una investigación bajo la Sección 301 de la Ley de Comercio de 1974.
Brasil responde con firmeza a la medida
Frente a esto, la respuesta del gobierno brasileño fue inmediata y contundente. El presidente de Brasil, Lula da Silva, reafirmó la independencia del Poder Judicial brasileño y advirtió que la Ley de Reciprocidad Económica del país permite adoptar contramedidas proporcionales.
“Brasil es una nación soberana con instituciones independientes y no aceptará ninguna forma de tutela”, afirmó el mandatario. Además, desmintió las declaraciones de Trump sobre un supuesto déficit comercial de EE.UU. con Brasil y aseguró que, en los últimos 15 años, Estados Unidos acumuló un superávit de 410.000 millones de dólares en bienes y servicios con su país.

Asimismo, a través de su cuenta oficial de X, Lula afirmó: “En el contexto de las plataformas digitales, la sociedad brasileña rechaza contenidos de odio, racismo, pornografía infantil, estafas, fraudes y discursos contrarios a los derechos humanos y a las libertades democráticas. En Brasil, la libertad de expresión no debe confundirse con agresión ni prácticas violentas. Todas las empresas, nacionales o extranjeras, deben cumplir con la legislación brasileña para operar en nuestro territorio”. Haciendo referencia a la situación de su país con el Elon Musk.
Desde el Congreso brasileño también hubo reacciones. El senador Lindbergh Farias, líder del Partido de los Trabajadores en el Senado, acusó directamente a los Bolsonaro —incluidos los legisladores Eduardo y Flávio— de haber promovido los intereses personales por encima del bienestar económico nacional. “Deben estar muy contentos de perjudicar a Brasil, nuestra economía y nuestros empleos”, expresó en redes sociales.
Implicancias económicas de la decisión del Gobierno de Estados Unidos
Lo cierto es que estos aranceles, que entrarán en vigor a partir del 1 de agosto, representarían un aumento drástico respecto a la tasa del 10% que Trump impuso previamente a Brasil como parte de su anuncio del “Día de la Liberación” del 2 de abril. Es por ello que este aumento drástico del 10% al 50% podría generar impactos negativos a los pequeños y grandes exportadores brasileños así como a consumidores estadounidenses de los productos sudamericanos.

De acuerdo a datos publicados por la Oficina del Censo de EE.UU., el superávit comercial de Washington con Brasil alcanzó los 6.800 millones de dólares durante el año 2023. En la canasta de exportaciones brasileñas a EE.UU. se incluyen, además del petróleo, jugo de naranja, café, acero y hierro, productos que podrían sufrir un golpe considerable por la aplicación de estos nuevos aranceles.
¿Y a nivel político?
Políticamente, la carta que jugó Trump evidencia una utilización abiertamente personalista de la política comercial estadounidense, subordinando criterios económicos a lealtades ideológicas y juicios internos en terceros países. Además, refuerza las tensiones entre la administración de Lula da Silva y sectores alineados con Bolsonaro.
Si se mira un poco más en profundidad, es posible afirmar que las intenciones detrás de la medida de Trump responden a tres factores políticos claves que se vienen desarrollando en los últimos meses: En primer lugar, como ya se mencionó, el juicio a Jair Bolsonaro. En segundo lugar, la Cumbre BRICS en Río de Janeiro, que apunto a polarizar con la Casa Blanca. Y por último, el debate en relación con el impuesto a los superricos en el Congreso brasileño.

Previamente, el presidente de Estados Unidos anunció que impondrá un arancel adicional del 10% a todas las naciones que adopten políticas alineadas con el bloque BRICS, al que calificó de “antiamericano”. El endurecimiento de la política comercial estadounidense coincidió con la XVII Cumbre del bloque BRICS celebrada en Río de Janeiro. En su declaración final, los líderes del grupo expresaron su rechazo a las medidas proteccionistas de Washington y reclamaron la reforma del sistema multilateral, incluyendo cambios en la ONU, el FMI y el Banco Mundial.
Por otra parte, Lula llevo al congreso un decreto que apunta a un aumento del Impuesto a las Operaciones Financieras (IOF), lo que derivó en una disputa abierta entre su gobierno y el órgano legislativo, de tono conservador. Con el presidente de la Cámara de Diputados, Hugo Motta, como principal articulador, el parlamento brasileño derrumbó el decreto del Gobierno para aumentar la alícuota del IOF, proyecto que el Ejecutivo estimaba en unos dos mil millones de dólares de ingresos fiscales adicionales, que a su vez permitieran garantizar la sostenibilidad de los programas sociales desplegados en el tercer mandato de Lula.
A nivel interno esta disputa presenta desafíos para Lula
Pero eso no es lo único, siguiendo al especialista, Juan Manuel Karg, también existe un factor interno a considerar en esta disputa. Si bien el calendario marca que falta un año, la elección general 2026 en Brasil ya se está disputando. “Este movimiento tendrá gran relevancia a nivel regional y dará cuenta del alcance de la influencia de Trump en el gigante sudamericano: si durante su primera presidencia se produjo el desembarco del bolsonarismo, buscará durante este segundo mandato colocar un nuevo aliado en el Palacio de Planalto”, afirma Karg.
En este escenario, el gobierno de Lula buscará generar una confrontación con la Casa Blanca, una estrategia similar a la que recientemente favoreció electoralmente al primer ministro canadiense Mark Carney y al australiano Anthony Albanese. Previamente, los comicios en Bolivia, Chile y Colombia comenzarán a delinear el panorama político regional y anticipar el efecto que podría tener un segundo ascenso del trumpismo en las elecciones sudamericanas, según explica el especialista.
Frente a toda incertidumbre, el internacionalista, Oliver Stuenkel, adelanta que la injerencia de Trump, lejos de perjudicarlo, podría favorecer electoralmente al líder de la izquierda brasileña. “Como era bastante previsible, la descarada interferencia de Trump en los asuntos internos de Brasil ha producido un efecto de movilización que probablemente ayudará al gobierno de Lula y complicará las perspectivas electorales de los políticos pro-Bolsonaro”.
Una vieja táctica de Trump
Lo cierto es que la politización de los instrumentos de política comercial viene siendo una constante en la estrategia internacional de Trump. Ya en su primer mandato utilizó los aranceles como herramienta de presión contra aliados y aquellos a los que consideró adversarios, justificándolo con la misma promesa de recuperar empleos fabriles y reducir déficits. Sin embargo, gran parte del consenso económico sostiene que estas medidas no hacen más que incrementar la inflación y ralentizar el crecimiento global.
Esta nueva ofensiva comercial de Trump está marcada por motivaciones personales y geopolíticas, al tiempo que representa un desafío no solo para la estabilidad de las relaciones bilaterales con el país más grande de Sudamérica, sino también para la previsibilidad del sistema multilateral de comercio. El caso brasileño podría ser solo el primero de varios episodios donde la economía internacional se convierta en un instrumento al servicio de alianzas ideológicas.
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Excelente nota y redaccion !! 👏🏾
Excelente nota, me aclara la situación económica que sufriría el país vecino por el aumento de los aranceles y el uso político de estas sanciones. Ahora los brasileños pagaran más caro el rico café brasileño.
Nosotros? Quisiera decir los americanos, no? Somos el mayor productor, producimos casi la mitad de todo el café en el mundo, y el excedente en el mercado hará cayer los precios internamente. Son ellos que pagarán mas caro por el café asiático