En una admisión que pone de manifiesto la relación entre innovación tecnológica y conflicto armado, ejecutivos del sector de defensa europeo han afirmado que la guerra entre Rusia y Ucrania se ha convertido en un entorno indispensable para el desarrollo y validación de sistemas de drones de nueva generación. “Si tu sistema no se utiliza diariamente en el frente ucraniano, queda rápidamente obsoleto”, sentenció Justin Hedges, excomando británico y cofundador de la firma de inteligencia militar Prevail, en declaraciones al medio Business Insider.
Las palabras de Hedges reflejan una tendencia cada vez más evidente: las principales empresas tecnológicas de defensa están utilizando el teatro de operaciones ucraniano como un laboratorio vivo para testear en tiempo real sus equipos y adaptarlos a las condiciones más exigentes. Esta práctica no solo acelera los ciclos de innovación, sino que condiciona las estrategias de producción y adquisición de sistemas no tripulados por parte de las fuerzas armadas occidentales.

La sinergia Ucrania–Reino Unido: del frente al mercado
Uno de los casos más emblemáticos es el del dron Raybird, desarrollado por la empresa ucraniana Skyeton en colaboración con contratistas británicos. Con más de 350.000 horas de vuelo en operaciones reales desde el Mar Negro hasta Járkov, el Raybird ha sido adoptado como modelo a seguir en Reino Unido para reemplazar programas estancados como el Watchkeeper. Según su fabricante, el sistema puede volar durante más de 28 horas seguidas, transportar sensores intercambiables en un minuto y operar hasta a 200 kilómetros del frente, todo con un peso de apenas 25 kilogramos.
Este tipo de colaboración ha sido respaldado institucionalmente. El presidente ucraniano Volodímir Zelenski y el primer ministro británico Keir Starmer firmaron recientemente un acuerdo de transferencia tecnológica que permite “enchufar la experiencia ucraniana directamente en las líneas de producción del Reino Unido”.
Guerra real, desarrollo real
Para muchas empresas del sector, el valor del combate no es únicamente político o militar, sino también un componente esencial para el perfeccionamiento de productos. En palabras del ministro de las Fuerzas Armadas del Reino Unido, Luke Pollard, pronunciadas en una conferencia en Letonia: “Si sos una empresa de drones y no tenés tu equipo en el frente ucraniano, es mejor que te retires”.
Esto se traduce en un entorno altamente competitivo donde pequeñas firmas —como Skyeton o la estonia Milrem Robotics, que desarrolla vehículos terrestres no tripulados— tienen ventaja por su agilidad para iterar rápido y adaptar sistemas sobre la base del feedback inmediato de los soldados. Milrem, por ejemplo, rediseñó su robot THeMIS para simplificarlo aún más luego de ver cómo se utilizaba realmente en Ucrania, donde a menudo los operadores no son técnicos formados, sino soldados de urgencia.
Más allá de la tecnología: adaptación constante y guerra electrónica
La evolución del conflicto también ha empujado a los fabricantes a enfrentar y sortear las tácticas rusas de guerra electrónica, que incluyen interferencias de GPS, bloqueos de señales y spoofing. En respuesta, los ingenieros ucranianos están desarrollando drones que puedan sobrevivir a más de 80 misiones antes de ser derribados o inutilizados, todo mientras recopilan inteligencia en tiempo real sobre movimientos enemigos, artillería y defensas aéreas.

El resultado es una dinámica en la que la supervivencia de muchas startups tecnológicas depende directamente de que continúe la guerra como entorno de validación, una afirmación polémica pero cada vez más presente en círculos de defensa.
Un modelo que incomoda
El modelo ucraniano de innovación en combate comienza a ser observado —y replicado— por otros países, pero también abre interrogantes éticos sobre la instrumentalización del conflicto como plataforma de desarrollo militar. A pesar de ello, ejecutivos y oficiales coinciden en que la velocidad, eficiencia y eficacia de las tecnologías desplegadas hoy no podrían haberse alcanzado únicamente mediante simulacros o ejercicios en tiempo de paz.
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Pero que nos creemos, eso es un campo de pruebas para la siguiente. De todas las guerras se aprenden lecciones, y seguro que está la están viendo todos con lupa.
lo cierto es que esta la verdad y la realidad , en la realidad vivimos nosotros , en la verdad no esta el estado de derecho , eso es lo que rige en verdad el mundo , la realidad es un capo de concetracion donde todos somos cosecha de poder y privilegios para los que usan la violencia en la verdad … no se mientan mas nos dejan vivir mientras los dejemos cosechar para nosotros esta la ley para ellos el status de dioses