El teniente general Alfons Mais, inspector del ejército alemán, advirtió que Rusia podría convertirse en una amenaza aún mayor tras el fin de la guerra en Ucrania. El alto mando señaló que Moscú está rearmándose estratégicamente y adaptando sus capacidades tras tres años de combate. Para Europa, una Rusia postconflicto, autoritaria y con experiencia en guerra híbrida, podría representar un riesgo prolongado, incluso en un escenario de aparente desescalada.
Reorganización y experiencia bélica incrementan el riesgo para Europa
El citado inspector del ejército alemán, aseguró que Rusia está aprendiendo de sus errores en el campo de batalla y reorganizando sus capacidades de defensa. Mais señaló que Moscú no solo resistió las sanciones, sino que está aprovechando el conflicto en Ucrania para transformar su modelo militar y reforzar su doctrina estratégica. La guerra ha forzado a Rusia a adaptarse, acumular experiencia táctica y modernizar su ejército en pleno combate, algo que podría traducirse en una fuerza militar más eficaz a largo plazo.

En la misma línea, Mais hizo énfasis en que la amenaza rusa podría intensificarse incluso después de una eventual resolución del conflicto. “Rusia seguirá siendo peligrosa”, señaló, al destacar que los cambios estructurales en las Fuerzas Armadas rusas y su enfoque agresivo seguirán representando un desafío directo para la seguridad europea. La evaluación del general coincide con una creciente preocupación en Alemania y otros países de la OTAN sobre el riesgo de que Rusia utilice la experiencia ganada en Ucrania como plataforma para futuras proyecciones de poder.
¿Cuánto podría escalar la ofensiva de Moscú?
Mientras Occidente percibe claramente el conflicto en Ucrania como una guerra, en Rusia persiste la narrativa oficial de “operación militar especial”. Sin embargo, sectores nacionalistas duros dentro del Kremlin exigen una declaración formal de guerra. Estos círculos, frustrados por los reveses como el ataque ucraniano contra bombarderos nucleares en junio, piden una ofensiva a gran escala: movilización masiva, bombardeos diarios sobre Kiev e incluso el uso de armamento táctico nuclear.

Pese a la retórica incendiaria, el gobierno de Putin enfrenta límites prácticos. Declarar la guerra significaría movilizar millones de reservistas y exponer a la población urbana a los costos reales del conflicto, lo que podría socavar la estabilidad interna. Aunque el Kremlin ha aumentado su presupuesto militar al 6,3% del PBI aproximadamente, aún está lejos de un modelo económico de guerra total como el de Ucrania. Además, expertos advierten que Rusia carece de los recursos logísticos y tecnológicos para sostener una escalada prolongada al nivel que demandan los sectores más radicales.
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