El Gobierno británico llevó a cabo una investigación ante la sospecha de que un alto funcionario del MI6, su servicio de inteligencia exterior, actuaba como agente doble para Rusia. La operación, nombrada como “Wedlock”, fue liderada por el MI5 -la agencia de seguridad interior, en colaboración con la CIA- y se desarrolló a lo largo de al menos 20 años sin resultados concluyentes.

Según reveló el diario The Guardian, y documentó el periodista Gordon Corera en su reciente libro El espía en el archivo, la pista inicial provino de los servicios de inteligencia estadounidenses, que advirtieron sobre un funcionario británico que habría filtrado información a Moscú durante la década de 1990. Esta alerta activó una operación de vigilancia sin precedentes, que incluyó seguimientos encubiertos en Europa, Asia y Medio Oriente, incluso sin el conocimiento de los gobiernos locales, lo que violaría el derecho internacional.
La operación involucró hasta 35 agentes del MI5, que operaron desde una fachada empresarial en Londres y establecieron bases temporales, incluso una casa segura proporcionada por la CIA en Oriente Medio. El equipo instaló dispositivos de escucha y video en el domicilio del sospechoso, montó vigilancia vehicular sofisticada, y siguió sus movimientos internacionales con identidades falsas. A pesar de los esfuerzos, la inteligencia británica no logró probar que el funcionario hubiera espiado para Rusia.

“El MI5 nunca obtuvo las pruebas concluyentes que buscaba”, reconoció una fuente citada por The Guardian. Incluso se baraja la posibilidad de que, si no era ese el topo, el MI6 aún podría albergar un espía no identificado. Algunos analistas lo comparan con el caso de Kim Philby, miembro del Círculo de Cambridge que filtró secretos a la KGB en los años 50.
Durante parte de la investigación, el FSB ruso —entonces liderado por Vladímir Putin— fue considerado como el posible receptor de la información filtrada. El sospechoso, que ya no trabaja para el MI6, habría tenido acceso a material altamente clasificado. Aunque se detectaron comportamientos inusuales durante la vigilancia, no fueron suficientes para establecer culpabilidad.
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