El presidente estadounidense Donald Trump ha expresado reservas respecto a la posibilidad de lanzar un ataque militar directo contra Irán, condicionado a la certeza de que la bomba conocida como “reventabúnkeres” —la GBU-57— pueda destruir la instalación subterránea de enriquecimiento de uranio en Fordow.

La instalación de Fordow, el límite técnico de la disuasión militar
Fordow, localizada bajo una montaña a más de 90 metros de profundidad, según estimaciones de inteligencia israelí, representa un desafío logístico y estratégico considerable.
Aunque la GBU-57 ha sido diseñada para destruir estructuras reforzadas en profundidad, los análisis de la Agencia de Reducción de Amenazas de Defensa (DTRA) señalan que incluso una ofensiva coordinada con múltiples bombas de este tipo difícilmente lograría desmantelar por completo la planta.

Varios funcionarios del Pentágono consultados sobre esta cuestión han advertido que únicamente un arma nuclear táctica garantizaría el desmantelamiento total del sitio, aunque esta opción no está siendo considerada por Trump ni por los altos mandos del Departamento de Defensa.
Tanto el secretario de Defensa Pete Hegseth como el jefe del Estado Mayor Conjunto, general Dan Caine, se han mantenido dentro de los márgenes de opciones convencionales, sin contemplar alternativas nucleares.
Limitaciones operativas y precedentes regionales
El diseño técnico de la GBU-57 exige condiciones muy precisas para su uso efectivo: debe ser lanzada desde un bombardero B2 que mantenga superioridad aérea y una señal GPS estable para fijar el blanco con precisión. Aunque Israel afirma tener capacidad de penetración aérea sobre el espacio iraní, carece del tipo de avión y de armamento necesario para un ataque a esa escala y profundidad.

La instalación iraní fue diseñada precisamente como respuesta al precedente histórico del ataque israelí a la planta nuclear iraquí de Osirak en 1981, y desde entonces Irán ha apostado por el refuerzo subterráneo como línea de defensa frente a eventuales bombardeos.
En los últimos años, Israel ha elaborado planes independientes para atacar Fordow, incluyendo operativos especiales con comandos transportados por helicópteros, una idea rechazada por Trump, según fuentes vinculadas a los análisis de seguridad nacional.
Riesgos estratégicos y margen de maniobra diplomática
La preocupación de la administración estadounidense por la evolución del programa nuclear iraní se intensificó tras el hallazgo del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), que reportó niveles de enriquecimiento de uranio del 83,7%, peligrosamente cerca del umbral del 90% requerido para armamento nuclear.

Este dilema refleja la complejidad del escenario: mientras los estrategas militares subrayan las limitaciones técnicas de las bombas convencionales y la imposibilidad de una solución quirúrgica definitiva, el ala diplomática aún apuesta por la disuasión basada en la amenaza creíble, sin recurrir a acciones irreversibles.
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