La nueva crisis en el Golfo, desatada por los ataques cruzados entre Irán e Israel, ha vuelto a poner en el centro de la geopolítica energética al puerto de Gwadar. Situado en Pakistán y vinculado directamente con China a través del Corredor Económico China-Pakistán (CPEC), Gwadar emerge como una alternativa estratégica frente a la vulnerabilidad de las rutas marítimas tradicionales, como el estrecho de Ormuz. En un escenario donde la seguridad energética es cada vez más crítica, Pekín acelera su apuesta por diversificar sus rutas de importación de petróleo, utilizando infraestructuras como Gwadar para reducir su dependencia del tránsito por zonas inestables del Golfo.
Una apuesta logística de largo plazo para asegurar el petróleo chino
La escalada bélica entre Irán e Israel ha vuelto a poner en duda la estabilidad del estrecho de Ormuz, una de las rutas más críticas para el comercio global de crudo. Con aproximadamente un 20 % del petróleo mundial atravesando ese paso, cualquier bloqueo tendría efectos inmediatos en los mercados y en la seguridad energética de potencias importadoras como China. A medida que los misiles vuelan y las amenazas iraníes sobre el cierre de Ormuz se intensifican, el puerto de Gwadar cobra protagonismo como alternativa terrestre para canalizar recursos energéticos hacia territorio chino, lejos de los riesgos del Golfo.

Situado estratégicamente fuera de la zona más caliente del conflicto, Gwadar está conectado con Sinkiang a través del CPEC, lo que permite recortar en hasta un 75% el trayecto marítimo tradicional. Además de reducir costos y tiempos, esta infraestructura fortalece la resiliencia logística de China y se posiciona como una herramienta clave para mitigar el impacto de las crisis energéticas globales. A pesar de los desafíos internos en Pakistán, como la inestabilidad en Baluchistán y la infraestructura aún incompleta, Pekín mantiene firme su apuesta por convertir a Gwadar en una válvula de escape frente a escenarios de disrupción marítima como el que hoy amenaza al estrecho de Ormuz.
Gwadar entre la ambición geopolítica y la crisis climática local
Mientras China proyecta en Gwadar un pilar esencial de su seguridad energética, la ciudad paquistaní enfrenta una creciente emergencia climática. Enclavada en una península baja y árida, y expuesta al mar Arábigo por tres frentes, Gwadar sufre los embates de lluvias torrenciales, erosión costera, ascenso del nivel del mar y una infraestructura urbana colapsada. Las lluvias que azotaron la ciudad durante más de 30 horas en febrero dejaron caminos destruidos, casas anegadas y barrios como Shado Band inundados por agua subterránea salobre.

El contraste entre las inversiones millonarias del Corredor Económico China-Pakistán (CPEC) y la realidad local es cada vez más evidente. Mientras el puerto en aguas profundas y los proyectos logísticos están fuertemente protegidos por el ejército, la ciudad carece de servicios básicos. El cambio climático ha alterado las estaciones de pesca, reducido las capturas y degradado la biodiversidad marina, agravando la situación para las comunidades costeras. El mar, que una vez fue fuente de vida para Gwadar, ahora amenaza con devorar sus calles y desplazar a su gente.
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