En una nueva señal del fortalecimiento del eje Moscú–Pyongyang, Corea del Norte anunció el envío de 6.000 efectivos militares a Rusia, en momentos en que el Kremlin intensifica su ofensiva aérea contra Ucrania. El despliegue incluirá 5.000 trabajadores de construcción militares y 1.000 zapadores especializados en tareas de remoción de minas, según reportó la agencia estatal rusa TASS.
Un acuerdo que se afianza
El anuncio coincide con la visita a Pyongyang del secretario del Consejo de Seguridad ruso, Serguéi Shoigú, quien arribó en representación del presidente Vladímir Putin para reunirse con el líder norcoreano Kim Jong-un. Ambos mandatarios buscan profundizar la alianza estratégica sellada en 2024, cuyo primer aniversario se conmemora este 19 de junio.

Shoigú indicó que los efectivos norcoreanos contribuirán a restaurar infraestructura destruida en la región rusa de Kursk, una zona limítrofe con Ucrania que ha sido blanco de ataques de larga distancia por parte de las fuerzas ucranianas. Además, los zapadores tendrán como misión el despeje de minas en áreas consideradas críticas por el mando militar ruso.
Segunda oleada de tropas norcoreanas
Este nuevo contingente se suma a los cerca de 3.000 soldados enviados por Corea del Norte a principios de 2025, con lo cual el número total de efectivos norcoreanos desplegados en territorio ruso superaría los 14.000 desde el inicio de la guerra, de acuerdo con estimaciones del Estado Mayor surcoreano. Se trata de una cooperación sin precedentes entre ambos países, y que marca un giro en la proyección militar de Pyongyang más allá de la península coreana.
La posibilidad de una cumbre entre Kim y Putin antes de fin de año, quizás durante el Foro Económico Oriental en Vladivostok en septiembre, refuerza el interés mutuo en consolidar esta alianza no sólo como un acuerdo militar, sino también como un eje geopolítico frente a Occidente.

Ola de ataques rusos en Ucrania
El envío de tropas norcoreanas ocurre en paralelo a una de las ofensivas más devastadoras de Rusia sobre Ucrania en lo que va del año. Durante la madrugada del 17 de junio, Moscú lanzó más de 440 drones y 32 misiles sobre varias ciudades ucranianas, con especial foco en Kyiv. Al menos 15 personas murieron y otras 124 resultaron heridas en la capital, donde un edificio residencial de nueve pisos fue destruido en su totalidad por un misil balístico.
Según fuentes de las Fuerzas Armadas ucranianas, Rusia empleó drones tipo Shahed, misiles de crucero Kh-101 y misiles hipersónicos Kinzhal. Ucrania logró interceptar 428 objetivos aéreos, pero la magnitud del ataque –que se extendió por más de nueve horas– dejó una estela de destrucción y conmoción en la población civil.

El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, calificó la ofensiva como “uno de los ataques más aterradores sobre Kyiv”, y reclamó una respuesta más contundente de parte de Estados Unidos y Europa. “Este tipo de ataques son terrorismo puro”, declaró. Un ciudadano estadounidense se encuentra entre las víctimas fatales.
Alianzas autoritarias y presión internacional
La coordinación entre Rusia y Corea del Norte, y su sincronía con los bombardeos masivos en Ucrania, apunta a una estrategia deliberada por parte de Moscú para mostrar que cuenta con respaldo internacional pese a las sanciones de Occidente. Asimismo, representa una amenaza directa al equilibrio regional, con Corea del Norte expandiendo su influencia militar y Rusia reafirmando su capacidad ofensiva.
Frente a este escenario, la comunidad internacional enfrenta crecientes desafíos: frenar la avanzada militar rusa, impedir que nuevos actores se sumen al conflicto y fortalecer las capacidades defensivas de Ucrania, cuya situación en el frente se vuelve cada vez más crítica ante la falta de apoyo material suficiente y la incertidumbre sobre la política exterior de Estados Unidos bajo la administración Trump.
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Con información de Yonhap, TASS, The Kyiv Independent y France 24.













