Las acusaciones cruzadas de ciberataques entre China y Taiwán se intensifican, en un contexto de creciente tensión geopolítica y militar en el estrecho. Ambas partes denuncian intentos sistemáticos de infiltración digital contra sectores sensibles de infraestructura crítica, incluyendo redes militares, energéticas, tecnológicas y de telecomunicaciones. Mientras Pekín culpa a Taipéi de operar junto a actores extranjeros para atacar empresas chinas, Taiwán responde acusando a China de desplegar campañas masivas de ciberespionaje y malware con fines de sabotaje.
Espionaje, sabotaje y propaganda digital en aumento
Las relaciones entre China y Taiwán atraviesan un nuevo episodio de fricción digital con acusaciones mutuas de ciberataques que apuntan directamente a infraestructura crítica. Pekín afirma que el Partido Democrático Progresista (PDP) de Taiwán colabora con actores extranjeros para vulnerar redes militares, energéticas y tecnológicas chinas. Desde marzo, las autoridades chinas han denunciado que hasta mil sistemas gubernamentales y empresariales habrían sido blanco de ataques atribuidos a inteligencia taiwanesa, aunque sin ofrecer pruebas concluyentes.

Taiwán rechaza las acusaciones y denuncia que el verdadero agresor es China, cuya actividad cibernética habría duplicado los intentos de intrusión en sistemas taiwaneses en el último año, superando los 2,4 millones de ataques diarios. Investigadores identificaron al grupo chino Earth Ammit como responsable de infiltraciones en sectores como defensa, salud, industria pesada y medios de comunicación. Según Taipei, estos ciberataques no solo buscan recopilar inteligencia, sino también desestabilizar la seguridad digital nacional mediante desinformación, sabotaje e interrupción de servicios clave.
Riesgos estratégicos por malware e infiltraciones
Los ataques digitales atribuidos a China apuntan a debilitar la infraestructura crítica taiwanesa como parte de una estrategia híbrida de presión prolongada. Sectores como telecomunicaciones, transporte, salud y energía han sido blanco de código malicioso que podría ser activado para interrumpir servicios vitales en caso de un conflicto armado. Expertos alertan que estas operaciones no solo buscan vigilancia o recolección de datos, sino que permiten a Pekín plantar las bases para sabotajes tácticos a gran escala.

Aunque no hay señales inmediatas de una invasión militar por parte de China, el ciberespacio se ha convertido en el principal campo de preparación. Las autoridades estadounidenses advierten que la campaña cibernética china podría replicar tácticas ya ensayadas contra infraestructuras críticas en EE.UU., como en Guam. En ese contexto, Taiwán no solo enfrenta riesgos técnicos, sino también impactos psicológicos, económicos y diplomáticos.
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