En mayo de 2025, las fuerzas armadas rusas lograron uno de sus mayores avances territoriales en Ucrania desde finales de 2022, en el marco de una ofensiva de verano que va mucho más allá de la lógica militar tradicional. Según un análisis del Wall Street Journal, el objetivo central de esta campaña no es simplemente controlar más territorio, sino modelar la percepción de inevitabilidad de una victoria rusa, particularmente en las capitales occidentales.

Durante los últimos dos años, el conflicto se ha mantenido en un empate sangriento, con ganancias mínimas y costosas para ambos bandos. Sin embargo, con el terreno más favorable y un incremento en el despliegue de efectivos, Rusia ha retomado la iniciativa táctica. La ofensiva, según expertos del Institute for the Study of War, busca doblegar a Ucrania y convencer a los aliados de Occidente de que cualquier ayuda adicional sería en vano.
“La verdadera batalla se libra en el espacio de percepción de las capitales occidentales”, afirmó George Barros, analista del ISW. Desde esa lógica, la progresión territorial —aunque limitada— permite al Kremlin sostener un relato de avance imparable, orientado a sembrar dudas sobre la viabilidad de la resistencia ucraniana.

Kostyantynivka: el nuevo punto crítico en el este
El epicentro actual de la ofensiva se encuentra en Kostyantynivka, ciudad clave por su valor logístico. Rodeada por tres flancos, la localidad está al borde de convertirse en una línea de frente activa. Los recientes ataques en las cercanas Pokrovsk y Chasiv Yar demostraron la disposición rusa a invertir tiempo y recursos incluso en objetivos de valor táctico relativo. Según los analistas, la batalla por Kostyantynivka promete ser prolongada y brutal.
El uso de drones conectados por fibra óptica ha ampliado el alcance de los ataques rusos, dificultando la logística ucraniana. Estos drones pueden operar a distancias de hasta 40 km, superando el rango anterior y afectando seriamente las rutas de suministro.
El norte también arde: amenaza sobre Sumy
En paralelo, Rusia ha concentrado más de 50.000 soldados cerca de la región ucraniana de Sumy, tras repeler una incursión ucraniana en el oblast de Kursk. Las fuerzas rusas cruzaron la frontera y están atacando localidades como Yunakivka, con el objetivo latente de avanzar sobre Sumy, capital regional a menos de 30 km del límite territorial.
Soldados ucranianos en la zona reportan una relación de 2 a 1 en desventaja numérica y una superioridad rusa en el uso de drones, lo que complica las evacuaciones y la entrega de suministros. “La presión va a escalar a lo largo del verano”, declaró un infante en la zona.
Pokrovsk y Zaporizhzhia: frentes activos pese al estancamiento
Incluso en sectores donde no hay avances significativos, como Pokrovsk, Rusia continúa lanzando ataques constantes, buscando forzar a Ucrania a dispersar tropas y agotar sus recursos. Según un capitán ucraniano, “quieren llegar al límite con Dnipropetrovsk, que tiene un valor simbólico para ellos, aunque deban cruzar campos abiertos y morir allí”.
En Zaporizhzhia, los informes indican que Moscú sigue acumulando tropas, lo que sugiere que un nuevo frente podría abrirse en cualquier momento. Algunas unidades de fuerzas especiales ucranianas ya han sido enviadas para contener una posible ofensiva en ese eje.
Condiciones críticas para las tropas ucranianas
La situación humana en el frente es cada vez más compleja. Según un teniente en la región de Kostyantynivka, el personal está exhausto, las rotaciones son escasas y muchos soldados operan en el límite de su capacidad. Este panorama, sumado a la extensión del frente de combate (cerca de 1.000 kilómetros), plantea desafíos logísticos, operacionales y psicológicos cada vez más graves para las Fuerzas Armadas de Ucrania.
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