China ha publicado esta semana su primer Libro Blanco sobre Seguridad Nacional, un documento sin precedentes que refleja la creciente preocupación del gobierno de Xi Jinping ante la intensificación de la rivalidad geopolítica en Asia-Pacífico. Titulado “La Seguridad Nacional de China en la Nueva Era”, el informe de 23 páginas, difundido en mandarín por la Oficina de Información del Consejo de Estado, advierte sobre la proliferación de conflictos y señala directamente —aunque sin nombrarla— la influencia militar de Estados Unidos en la región como un factor desestabilizante.
Entre los elementos destacados del informe, figura el emplazamiento de un sistema de misiles de alcance intermedio en el norte de Luzón, Filipinas, como parte de un ejercicio conjunto entre las fuerzas armadas filipinas y estadounidenses realizado en abril de 2024. Se trata del sistema Typhon del Ejército de EE.UU., que integra misiles SM-6 y Tomahawk de ataque terrestre con capacidades de lanzamiento móvil.

Sin nombrar específicamente a Washington, el documento alerta sobre el despliegue de capacidades militares avanzadas por parte de “ciertos países” que han fortalecido alianzas militares, formado “pequeños grupos” y promovido la militarización regional. Pekín considera que estas maniobras intensifican las disputas territoriales y marítimas no resueltas y las hacen “más difíciles y complejas” debido a la intervención de “fuerzas extranjeras”.
La respuesta oficial china ante la creciente cooperación defensiva entre EE.UU. y Filipinas ha sido reiterada: se exige la retirada del sistema Typhon, argumentando que su sola presencia representa una amenaza directa a la estabilidad regional. Manila, por su parte, ha defendido su derecho a modernizar su sistema de defensa y ha manifestado interés en adquirir sistemas similares en el futuro.

El informe también hace referencia a disputas territoriales en el mar de la China Meridional, al avance de la carrera armamentista global, y a desafíos en áreas como la biotecnología, el terrorismo y la seguridad alimentaria. Todo ello en un marco discursivo que denuncia el “regreso de una mentalidad de Guerra Fría” por parte de Occidente.
El contexto del lanzamiento del informe también es relevante. El mismo fue presentado pocos días después de una reunión bilateral de alto nivel en Ginebra, donde funcionarios estadounidenses y chinos acordaron una tregua arancelaria por 90 días. La guerra comercial y tecnológica —reactivada en abril con incrementos arancelarios mutuos— es abordada en el documento como parte de una campaña internacional contra China, que habría afectado la economía global y justifica, según Pekín, la creación de nuevas zonas de libre comercio y oficinas para revisar inversiones extranjeras que puedan suponer riesgos a la seguridad nacional.
En cuanto a la cuestión de Taiwán, el texto reitera el compromiso de Beijing con una “reunificación pacífica”, al tiempo que impulsa una pronta finalización del Código de Conducta para el Mar Meridional, en negociación desde hace años con los países de la ASEAN.
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