En diciembre de 2025, el viceministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Serguéi Riabkov, afirmó que Moscú está preparado para confirmar legalmente que no atacará ni a la Unión Europea ni a la Organización del Tratado del Atlántico Norte. Esta declaración llega en un contexto de sostenida tensión geopolítica por el conflicto en Ucrania y la profunda desconfianza entre Rusia y las potencias occidentales.

La guerra entre Rusia y Ucrania, iniciada en 2022 tras la invasión rusa, ha transformado el panorama de seguridad europeo, provocando una marcada expansión de los presupuestos militares en Europa y una intensificación del papel de la OTAN en las fronteras orientales del continente. Este conflicto ha llevado a que los países de la UE y la OTAN mantengan una estrategia de apoyo a Ucrania y de fortalecimiento defensivo frente a posibles amenazas de Moscú.
En este marco, la propuesta de Moscú de “formalizar legalmente” un compromiso de no agresión debe interpretarse también como parte del discurso de Rusia para contrarrestar las percepciones occidentales de amenaza rusa, que en muchos casos se vinculan a análisis de inteligencia que advierten sobre posibles riesgos estratégicos.
Desde la perspectiva teórica: disuasión y seguridad colectiva
Las Relaciones Internacionales ofrecen conceptos útiles para entender por qué un compromiso legal puede ser únicamente simbólico si no existe confianza estructural entre las partes. En teoría de seguridad —especialmente en el realismo—, los Estados buscan garantizar su supervivencia mediante mecanismos de disuasión y alianzas. En el caso de la OTAN, el principio de defensa colectiva del Artículo 5 es fundamental para la seguridad de sus miembros, y la expansión de capacidades europeas responde a ese imperativo. En ausencia de confianza, un documento legal de no agresión puede no ser suficiente para alterar los cálculos de seguridad de los actores implicados, dado que el comportamiento pasado de un Estado (como en el caso de la invasión a Ucrania) afecta la credibilidad de sus compromisos futuros.

La dimensión jurídica del compromiso de no agresión
Cuando Moscú habla de un “compromiso legal”, se refiere, en términos generales, a la firma de algún tipo de acuerdo formal que establezca obligaciones jurídicas entre las partes. Sin embargo, en el plano del derecho internacional, la existencia de un documento firmado no equivale automáticamente a una garantía efectiva de cumplimiento. No hay un mecanismo universal que, por sí solo, obligue a los Estados a respetar este tipo de compromisos si consideran que sus intereses estratégicos están en juego.
En este sentido, los antecedentes pesan. La experiencia reciente demuestra que los acuerdos y garantías pierden valor cuando no están respaldados por sistemas sólidos de control, verificación y consecuencias concretas ante un eventual incumplimiento. Justamente, uno de los principales puntos débiles de la propuesta rusa es la falta de precisiones sobre cómo se supervisaría ese compromiso y qué ocurriría si fuera violado. Hasta el momento, Moscú no ha detallado mecanismos internacionales de verificación ni ha aclarado qué tipo de sanciones o medidas correctivas aceptarían las partes en caso de ruptura del acuerdo, lo que alimenta el escepticismo en los países europeos.

Para que un compromiso legal tenga un impacto real en la arquitectura de seguridad europea, se requeriría un proceso de negociación acompañado de medidas de fomento de la confianza, sistemas de verificación internacional y, sobre todo, avances concretos en la resolución de la guerra en Ucrania —lo cual, a la fecha, no parece estar cerca de lograrse.
Reacciones de la Unión Europea y la OTAN
Hasta ahora, la respuesta oficial de la UE y los miembros de la OTAN ante esta propuesta ha sido cautelosa. Líderes europeos han enfatizado la necesidad de mantener la unidad defensiva ante cualquier amenaza externa y han subrayado que la credibilidad de cualquier compromiso está atada a la conducta verificable de Rusia. En particular, se destaca que medidas como reforzar las defensas europeas y enviar ayuda militar a Ucrania son respuestas a lo que perciben como un patrón de agresión rusa.
La afirmación de que Rusia está “lista” para un compromiso legal de no agresión hacia la UE y la OTAN representa un gesto diplomático en un clima de confrontación estratégica, pero no resuelve el núcleo del problema: la falta de confianza mutua y la ausencia de mecanismos efectivos de verificación y cumplimiento. Un documento legal, por sí solo, difícilmente cambiaría la percepción de amenaza.

Desde una perspectiva de política internacional, la propuesta puede interpretarse menos como una oferta de paz realista y más como una maniobra retórica que busca condicionar la agenda diplomática occidental. El desafío para Europa será responder de manera que fortalezca la seguridad colectiva sin poner en riesgo los principios jurídicos del orden internacional, al tiempo que se exploran vías diplomáticas que puedan contribuir a una reducción sostenible de las tensiones.
Es por ello que, un compromiso legal de no agresión podría ser un componente de un proceso más amplio de gestión de crisis, pero no constituye por sí mismo una garantía suficiente de estabilidad en un entorno donde las disputas estratégicas y las percepciones de amenaza siguen siendo intensas.
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