- El Estado Mayor ucraniano reportó impactos con misiles Storm Shadow sobre la refinería de Novoshajtinsk y habló de “numerosas explosiones” en el complejo.
- Ucrania sostuvo que la planta es un proveedor relevante de combustibles en el sur de Rusia y que está vinculada al abastecimiento de las fuerzas rusas.
- El ataque ocurre mientras Rusia mantiene la presión sobre la infraestructura energética ucraniana y en paralelo a contactos políticos de Volodímir Zelenski con enviados de Donald Trump.

Ucrania aseguró que utilizó misiles de crucero Storm Shadow de origen británico para atacar una refinería de petróleo en el sur de Rusia. Según el Estado Mayor de las Fuerzas Armadas ucranianas, el blanco fue la refinería de Novoshajtinsk, donde se registraron “numerosas explosiones” tras el impacto. La instalación se encuentra en una zona industrial estratégica por su cercanía relativa a los ejes logísticos que conectan el sur ruso con el frente de guerra.
En su comunicación, el mando ucraniano señaló que Novoshajtinsk es uno de los principales proveedores regionales de productos refinados y que su actividad estaría “directamente involucrada” en el sostén de las fuerzas rusas. Este tipo de objetivos suele inscribirse en una lógica operacional concreta: afectar el ciclo combustible–logística–movilidad, especialmente en momentos de alta rotación de equipos, transporte y reabastecimiento en teatros de operaciones intensivos.
El Storm Shadow es un misil de crucero aire-superficie de largo alcance diseñado para ataques de precisión contra blancos de alto valor. Opera con navegación inercial y guiado satelital, además de un perfil terminal que busca mejorar la precisión y dificultar la intercepción. Su empleo implica, en términos técnicos, una cadena completa de inteligencia y planificación: identificación del objetivo, asignación de coordenadas, ventana de ataque, ruta de aproximación y evaluación posterior de daños, elementos que suelen estar condicionados por la disponibilidad de plataformas lanzadoras y por la cobertura de defensa aérea del adversario.

La afirmación de Kiev se da en un contexto donde Ucrania ya había empleado este sistema en ataques contra infraestructura en territorio ruso en ocasiones anteriores, en una dinámica que combina la presión sobre la retaguardia logística con la necesidad de demostrar capacidad de impacto profundo. Del lado ruso, la respuesta habitual ha oscilado entre reforzar defensas en puntos críticos, dispersar stocks y ajustar patrones de movimiento, aunque la efectividad real depende del daño ocasionado y del tiempo de recuperación de la instalación afectada.
En paralelo, el presidente Volodímir Zelenski dijo que mantuvo conversaciones “muy buenas” con enviados de Donald Trump sobre vías para terminar la guerra, mencionando discusiones sobre formatos de reunión y plazos. En las últimas semanas, el eje diplomático volvió a acelerarse alrededor de borradores de plan y canales de negociación indirecta, mientras Moscú insiste en condiciones territoriales de máxima y Kiev busca preservar margen de maniobra político y militar.
La jornada también estuvo marcada por reportes sobre ataques rusos contra el sistema energético ucraniano durante la noche de Navidad, con cortes de suministro en varias regiones. Según datos oficiales, los apagones afectaron a Cherníhiv, Sumy, Dnipropetrovsk, Járkov y Odesa, mientras continuaban los trabajos de emergencia en instalaciones dañadas. La infraestructura eléctrica sigue siendo un punto neurálgico de la campaña: condiciona la industria, la defensa antiaérea, la logística ferroviaria y la resiliencia civil, especialmente durante el invierno.
Desde la perspectiva militar, el intercambio de golpes sobre energía y combustibles es parte de una tendencia consolidada del conflicto. Rusia ha intentado degradar la capacidad de sostén del Estado ucraniano atacando generación y transmisión eléctrica; Ucrania, por su parte, ha buscado tensionar la economía de guerra rusa golpeando refinerías, depósitos y nodos de transporte que alimentan la operación militar. El impacto concreto de cada ataque suele medirse menos por el titular inmediato y más por la combinación de daño físico, tiempo de reparación, capacidad de sustitución y efecto acumulativo.
Mientras tanto, en Moscú persisten señales de endurecimiento político. En las últimas horas, trascendieron referencias a posiciones rusas que vuelven a poner el foco en demandas sobre el control total del Donbás como parte de conversaciones con Washington, junto con menciones a discusiones sobre la gestión de infraestructura energética crítica. En conjunto, el escenario refuerza la lectura de un conflicto que combina tres planos de manera simultánea: el campo de batalla, la retaguardia estratégica y la mesa política.
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