El gabinete de Japón aprobó un borrador de presupuesto inicial récord para el año fiscal 2026, que comenzará en abril, profundizando el perfil expansivo impulsado por la primera ministra Sanae Takaichi. El plan asciende a 122,31 billones de yenes (unos US$785.000 millones de dólares) y combina estímulo económico con un nuevo salto en el gasto en Defensa, en un contexto regional cada vez más exigente desde el punto de vista estratégico.

El componente de Defensa vuelve a ocupar un lugar central. El proyecto asigna 9,04 billones de yenes, equivalentes a más de US$58.000 millones dólares, lo que representa una suba del 9,4% respecto del presupuesto de 2025. La cifra consolida una tendencia de crecimiento sostenido y se inscribe en la estrategia japonesa de reforzar capacidades militares clave en el Indo-Pacífico, en particular frente a la modernización acelerada de China y la persistente amenaza norcoreana.
Desde una perspectiva técnica, el aumento apunta a sostener programas de mediano y largo plazo vinculados a defensa aérea y antimisil, capacidades de ataque de largo alcance, resiliencia de bases, municiones y sistemas de mando y control. El énfasis está puesto en mejorar la capacidad de disuasión y de respuesta rápida en escenarios de alta intensidad, priorizando precisión, alcance y supervivencia en entornos disputados, más que un simple incremento cuantitativo de fuerzas.
El presupuesto general refleja, además, presiones estructurales sobre las cuentas públicas. El gobierno prevé emitir 29,58 billones de yenes en nuevos bonos para cubrir el faltante de ingresos, cerca de una cuarta parte del total, lo que vuelve a poner de relieve la fuerte dependencia del endeudamiento. En paralelo, el costo del servicio de la deuda alcanzó un nuevo récord, impactado por el aumento de los rendimientos de largo plazo y por la expectativa de que el Banco de Japón continúe normalizando su política monetaria.

En el plano económico, la estrategia de Takaichi busca sostener el crecimiento mediante estímulos y fuertes inversiones en sectores considerados estratégicos, como los semiconductores y tecnologías avanzadas. Sin embargo, esta orientación también ha presionado al yen y encarece importaciones clave, en particular energía, un factor sensible para una economía altamente dependiente del exterior.
El proyecto presupuestario también incorpora concesiones políticas necesarias para asegurar su aprobación en la Dieta, donde el oficialismo no cuenta con mayorías holgadas. Aun así, el capítulo de Defensa mantiene una lógica de continuidad transversal, apoyada en programas multianuales cuyo impacto operativo se extiende más allá de un solo ejercicio fiscal y trasciende cambios coyunturales en el equilibrio político.
Con el aval del gabinete, el debate se traslada ahora al Parlamento. Más allá del trámite legislativo, la señal estratégica ya está dada: Japón avanza hacia un esquema de mayor gasto militar real, medido tanto en moneda local como en dólares, mientras intenta equilibrar estímulo económico, sostenibilidad fiscal y un entorno de seguridad cada vez más competitivo en Asia-Pacífico.
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