En pleno invierno europeo, con temperaturas bajo cero y millones de civiles afectados por cortes de electricidad y calefacción, la guerra entre Rusia y Ucrania atraviesa una fase marcada por la centralidad de la infraestructura energética como objetivo militar. Mientras Moscú intensifica los bombardeos sobre la red eléctrica ucraniana, Kiev amplía sus operaciones contra activos estratégicos rusos, consolidando a la energía como un arma clave del conflicto.

Ucrania amplía sus ataques contra activos estratégicos rusos
Según reportó The Kyiv Independent, el Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU) lanzó un ataque con drones contra una plataforma petrolera rusa operada por Lukoil en el mar Caspio, en lo que constituye la cuarta operación similar en pocas semanas. Desde Kiev, estas acciones fueron presentadas como parte de una estrategia destinada a reducir los ingresos en divisas que sostienen el esfuerzo bélico ruso.
Aunque el Ministerio de Defensa de Rusia aseguró haber derribado varios drones y negó daños significativos, este tipo de operaciones marca una expansión del alcance geográfico de la estrategia ucraniana, que ya no se limita al territorio ocupado o a zonas fronterizas.

En la misma línea, Ucrania intensificó durante diciembre los ataques contra bases aéreas rusas en Crimea ocupada y en el sur de Rusia. De acuerdo con información publicada por CNN, operaciones de sabotaje y ataques con drones alcanzaron aeródromos clave, provocando la destrucción de aeronaves de combate y sistemas de radar. Estas acciones buscan reducir la capacidad rusa de lanzar misiles de largo alcance contra ciudades ucranianas.
La ofensiva ucraniana también incluyó un ataque con dron marítimo contra un submarino ruso clase Kilo en el puerto de Novorossiysk, utilizado para disparar misiles Kalibr. Según el SBU, el submarino quedó prácticamente inutilizado, reforzando la dimensión naval del enfrentamiento estratégico.
Rusia intensifica los bombardeos energéticos sobre Ucrania
Mientras Ucrania extiende sus operaciones dentro del territorio ruso, la infraestructura energética ucraniana continúa siendo uno de los principales blancos de Moscú. La Misión de Observación de Derechos Humanos de la ONU (HRMMU) advirtió que Rusia intensificó durante noviembre y diciembre de 2025 los ataques contra instalaciones eléctricas, provocando apagones masivos, interrupciones en el suministro de agua y calefacción, y un deterioro significativo de las condiciones de vida de la población civil.

Según datos de la ONU, solo en noviembre murieron 226 civiles y 952 resultaron heridos como consecuencia de ataques con misiles y drones de largo alcance. En algunas regiones, los cortes de electricidad se extendieron por más de 36 horas consecutivas, con racionamientos diarios de hasta 16 horas. Personas mayores, con discapacidad o movilidad reducida, quedaron atrapadas en edificios sin calefacción ni ascensores, enfrentando temperaturas interiores cercanas a los 12 °C.
La ciudad portuaria de Odesa volvió a convertirse en un objetivo recurrente, los ataques rusos dañaron redes eléctricas, puertos e infraestructura logística clave, afectando tanto la distribución de energía como la logística marítima del sur del país. Las autoridades ucranianas sostienen que estas ofensivas buscan profundizar el desgaste civil en pleno invierno y debilitar la capacidad exportadora ucraniana.
El impacto humanitario: un invierno crítico
En una entrevista concedida a UN News, el Coordinador Residente y Humanitario de la ONU en Ucrania, Matthias Schmale, advirtió que el país enfrenta “uno de los inviernos más difíciles desde el inicio de la invasión a gran escala”. Según explicó, el impacto acumulativo de casi cuatro años de guerra se manifiesta no solo en la destrucción física, sino también en el agotamiento psicológico de la población.
Schmale alertó que la destrucción de la infraestructura energética, combinada con previsiones de un invierno más frío, plantea el riesgo de que miles de personas queden atrapadas en edificios de gran altura sin electricidad, calefacción ni agua potable, un escenario que calificó como una “pesadilla” desde el punto de vista humanitario.

Los grupos más vulnerables incluyen a personas de bajos ingresos en zonas urbanas, poblaciones cercanas a la línea del frente —donde se estima que viven al menos 500.000 personas— y desplazados internos que permanecen en condiciones precarias. El coordinador de la ONU señaló además que los desplazamientos continúan en oleadas y podrían intensificarse si las condiciones energéticas se deterioran aún más.
El plan humanitario de invierno de la ONU prevé asistir a 1,7 millones de personas mediante ayuda en efectivo, suministros de calefacción y artículos esenciales. Sin embargo, Schmale advirtió que el plan solo está financiado en un 65 %, lo que limita la capacidad de respuesta y podría forzar nuevos desplazamientos si no se cubren las brechas de financiación.
Energía, invierno y población civil
A diciembre de 2025, la guerra entre Rusia y Ucrania evidencia una escalada sostenida en el uso de ataques contra infraestructuras estratégicas, particularmente el sistema energético. Mientras Kiev busca degradar la capacidad ofensiva y financiera rusa, Moscú mantiene una campaña de bombardeos que impacta de manera directa sobre la vida cotidiana de millones de civiles.
La energía se consolida así como uno de los principales campos de batalla del conflicto, en un contexto donde el invierno actúa como un multiplicador del daño y donde la frontera entre estrategia militar y crisis humanitaria resulta cada vez más difusa.
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