La política exterior de Argentina atravesó por un giro conceptual bajo la presidencia de Javier Milei. A lo largo del año, el Gobierno combinó continuidades históricas con rupturas explícitas en su inserción internacional, configurando una estrategia marcada por el alineamiento con Estados Unidos e Israel, la revisión crítica del multilateralismo y una redefinición del rol regional que lo aleja de sus vecinos.

En este sentido, uno de los ejes de continuidad fue el reclamo de soberanía sobre las Islas Malvinas. En la LXVII Cumbre de Presidentes del Mercosur, celebrada en Foz do Iguaçu, Milei solicitó el respaldo “permanente y sólido” del bloque a los derechos argentinos sobre las islas y los espacios marítimos circundantes. La formulación, alineada con la tradición diplomática argentina, funcionó como una ratificación política más que como una novedad, pero permitió mantener vigente el consenso regional.
Ese gesto de continuidad contrastó con el tono crítico que el Presidente adoptó hacia el propio Mercosur. Milei calificó al bloque como una estructura sobredimensionada, carente de un verdadero mercado común, y volvió a insistir en la necesidad de avanzar hacia una flexibilización que habilite acuerdos comerciales más dinámicos. En su diagnóstico, la integración regional dejó de ser una plataforma de crecimiento y se convirtió en un obstáculo para la competitividad.
La frustrada firma del acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea reforzó ese argumento. Para el Gobierno argentino, las negociaciones prolongadas y las resistencias internas del bloque europeo son una muestra de los límites del modelo actual de inserción regional. En ese marco, la Cancillería comenzó a explorar con mayor énfasis acuerdos bilaterales o de menor escala, coherentes con la visión liberal del Ejecutivo.
Alineamiento total con Estados Unidos
Por otra parte, el alineamiento con Estados Unidos e Israel fue otro rasgo central de la política exterior en 2025. El embajador argentino en Washington, Alec Oxenford, confirmó que un acuerdo de libre comercio entre ambos países se encuentra encaminado y que su anuncio dependerá del momento político adecuado.
Mientras que Peter Lamelas, el embajador de Estados Unidos en la Argentina, apoyó al gobierno de Milei en su primera entrevista como delegado diplomático en Buenos Aires. El representante Donald Trump en el país, quien asumió sus funciones en noviembre, sostuvo que “esta es más que una relación personal. Compartimos los mismos valores de Occidente”. Asimismo, destacó distintas áreas de cooperación, entre las que resaltaron la económica y la militar, con la adquisición de capacidades como los caza F-16 y los VCBR Stryker.

Dichas declaraciones estuvieron acompañado por un alineamiento explícito con Donald Trump, a quien Milei presentó como un líder dispuesto a asumir costos políticos en el presente para evitar un colapso futuro. El paralelismo entre ambos gobiernos no fue solo retórico, se vio reflejado en una afinidad ideológica basada en la crítica al gasto público, al intervencionismo y a los consensos globales construidos en las últimas décadas.
Israel, entre los socios preferidos de Argentina en 2025
Meses atrás, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó por amplia mayoría una resolución que respalda la Declaración de Nueva York sobre el arreglo pacífico de la cuestión de Palestina y la implementación de la solución de dos Estados. El texto obtuvo 142 votos a favor, 10 en contra y 12 abstenciones, en una sesión que volvió a evidenciar las fracturas en torno al conflicto israelí-palestino.
Entre los países que se opusieron a la resolución figura Argentina, que acompañó la posición de Israel y de un reducido grupo de Estados contrarios a la iniciativa. Esta postura representa un cambio en la tradición diplomática argentina, históricamente favorable a las resoluciones multilaterales que promueven una salida negociada al conflicto.
Milei criticó con la ONU y Mercosur
Este acercamiento no estuvo exento de tensiones regionales. En la cumbre del Mercosur, el debate sobre Venezuela expuso diferencias de enfoque, ya que mientras Luiz Inácio Lula da Silva advirtió sobre los riesgos de una intervención armada externa, Milei mantuvo una línea de condena dura al gobierno de Nicolás Maduro y reclamó por la situación del gendarme argentino Nahuel Gallo. La divergencia reflejó una brecha más amplia en la lectura geopolítica sudamericana.

En el plano multilateral, la intervención de Milei en la 79° Asamblea General de la ONU consolidó su perfil confrontativo. El Presidente cuestionó el funcionamiento del organismo, al que acusó de burocratización, ineficiencia y alejamiento de su mandato original. Propuso una reforma orientada a reducir agencias, condicionar financiamiento a resultados verificables y limitar la intervención en asuntos internos de los Estados.
Como cierre de 2025, la política exterior de Milei muestra una Argentina más definida en sus alianzas y más disruptiva en su discurso. El país optó por preservar banderas históricas como Malvinas (a pesar de algunos momentos de neutralidad) pero redefinió prioridades en comercio, integración regional y multilateralismo. El desafío hacia adelante será traducir esa coherencia ideológica en resultados concretos.
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