- Irán sostuvo que su programa de misiles balísticos es “defensivo” y no está sujeto a negociación, en medio de rumores sobre un nuevo conflicto con Israel.
- Un reporte indica que el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu buscaría presentar a Donald Trump opciones para nuevos ataques contra capacidades vinculadas a misiles iraníes.
- En paralelo, hubo versiones cruzadas sobre lanzamientos/pruebas en Irán: medios estatales difundieron videos que Reuters no pudo verificar, mientras otras fuentes locales reportaron desmentidas oficiales.

Irán salió este lunes a fijar una línea roja: su programa de misiles no entra en ninguna mesa de negociación. La definición llega en un momento de máxima sensibilidad regional, atravesado por la memoria inmediata de la guerra de 12 días de junio y por reportes en Estados Unidos e Israel que sugieren que Jerusalén evalúa una nueva campaña orientada a degradar la producción de misiles iraníes.
En una conferencia semanal, el vocero del Ministerio de Exteriores, Esmaeil Baqaei, sostuvo que la capacidad misilística fue desarrollada para defender el territorio y operar como disuasión frente a agresores, por lo que —según la posición oficial— no es un tema “conversable” en términos políticos. El mensaje apunta a blindar el componente militar en un contexto donde, desde la óptica iraní, la presión externa intenta convertir la defensa convencional en moneda de cambio.
Del otro lado, el ruido estratégico creció por un reporte difundido por NBC y retomado por Reuters: Netanyahu buscaría llevar a Washington un paquete de opciones sobre posibles nuevos ataques contra Irán, con especial foco en las capacidades asociadas a misiles. En esa lectura, el problema no sería solo el “qué” (misiles) sino el “cómo” (la infraestructura industrial y el ritmo de reconstrucción), en un escenario donde cada señal pública funciona como presión política y también como advertencia militar.
Versiones de lanzamientos de misiles
La tensión se amplificó con reportes, difíciles de verificar, sobre actividad misilística dentro de Irán. Reuters informó que medios estatales y el canal de Telegram del radiodifusor público iraní, junto con Nournews, publicaron videos de lo que aparentan ser lanzamientos y mencionaron ciudades como Teherán, Isfahán y Mashhad, aunque la agencia remarcó que no pudo confirmar de manera independiente la autenticidad del material.
En paralelo, otras coberturas locales reflejaron una secuencia distinta: informes atribuidos a testimonios en varias provincias circularon durante el día, pero luego aparecieron desmentidas sobre la realización de pruebas, con explicaciones alternativas sobre estelas en el cielo. Esa brecha —entre videos, testimonios y negativas oficiales— ilustra un patrón recurrente en crisis de alta volatilidad: la información compite en tiempo real con la gestión del mensaje y la señalización estratégica hacia audiencias internas y externas.
El telón de fondo es un tablero en el que misiles y disuasión se volvieron núcleo de la ecuación. Tras la ruptura con Estados Unidos en 1979, Teherán consolidó una industria de defensa doméstica; Israel, por su parte, ha presentado históricamente el binomio programa nuclear + misiles como amenazas centrales. Con ese marco, cualquier indicio —real o percibido— de ejercicios, reconstrucción o expansión de capacidades eleva el riesgo de mala interpretación y de escalada por cálculo preventivo.
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