- Estados Unidos autorizó a Nvidia a vender su chip avanzado de inteligencia artificial H200 a China.
- La decisión, impulsada por Donald Trump, generó fuertes críticas en el Congreso y reabre el debate sobre seguridad nacional, liderazgo en IA y competencia estratégica con China.
- Analistas advierten que el impacto va más allá del comercio, ya que el acceso a chips de alto rendimiento podría acelerar capacidades civiles y militares chinas y profundizar la rivalidad estructural entre ambas potencias.
La decisión del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de permitir que la empresa Nvidia venda su chip avanzado de inteligencia artificial H200 a China abre un nuevo capítulo en la competencia tecnológica y geopolítica entre las dos principales potencias del sistema internacional. El anuncio, realizado el lunes 8 de diciembre del corriente año, representa un giro respecto de la estrategia de seguridad nacional que, durante años, buscó limitar el acceso del gigante asiático a tecnologías críticas.

Según explicó Trump en redes sociales, el Departamento de Comercio está ultimando los detalles del acuerdo, que incluiría condiciones específicas como que los chips solo podrán venderse a clientes estadounidenses autorizados que operen en China y el 25% de los ingresos generados se destinará al gobierno federal en concepto de impuestos. Otras compañías, en el caso de Intel, podrían beneficiarse de un esquema similar.
En este sentido, la medida suscitó una reacción inmediata en el Congreso, donde legisladores de ambos partidos intentaron frenar o restringir la exportación de chips de IA al principal competidor estratégico de Estados Unidos. Expertos del Council on Foreign Relations (CFR) coinciden en que la decisión marca un cambio profundo en la política tecnológica estadounidense hacia China.
Durante la administración de Joe Biden, Washington reforzó los controles de exportación con el objetivo de preservar su liderazgo en inteligencia artificial, al tiempo que fortalecía alianzas regionales y capacidades de disuasión militar frente a Pekín. La autorización para vender el H200 sugiere que ese consenso estratégico está siendo revisado dentro de la actual administración.
La decisión de Estados Unidos impulsa beneficios para China más allá de lo comercial
Desde la perspectiva China, el beneficio es tangible. Funcionarios como el primer ministro Li Qiang y ejecutivos del sector tecnológico, entre ellos el director ejecutivo de DeepSeek, reconocieron públicamente que la falta de chips Nvidia constituye el principal cuello de botella para el desarrollo de la IA en China. Aunque el H200 no es el chip más avanzado de Nvidia, supera cualquier alternativa disponible actualmente en el mercado chino y podría acelerar la expansión de centros de datos y modelos de IA de alto nivel.
Pero lo cierto es que las implicancias van más allá del ámbito comercial. Analistas en seguridad advierten que las capacidades de inteligencia artificial son cada vez más relevantes para aplicaciones militares, desde la logística hasta los sistemas de mando y control. Diversos informes indican que el Ejército Popular de Liberación busca activamente hardware de Nvidia para potenciar sus desarrollos en IA, en un contexto en el que Estados Unidos evalúa que China aspira a contar con capacidades creíbles para una eventual acción sobre Taiwán antes de 2027.
Trump podría impulsar el desarrollo tecnológico de su rival
Esta decisión también plantea interrogantes sobre la coherencia estratégica de Estados Unidos. Mientras la administración Trump utiliza aranceles y subsidios para incentivar la relocalización industrial y proteger sectores considerados estratégicos, el levantamiento parcial de los controles de exportación podría facilitar el desarrollo de las llamadas “fábricas del futuro” en China.

Del mismo modo, el impacto a largo plazo podría ser contraproducente para Estados Unidos. Al relajar restricciones tras haberlas impuesto durante años, Washington refuerza en Pekín la percepción de que los controles son temporales y negociables, incentivando a China a acelerar su camino hacia la autosuficiencia tecnológica. Lejos de poner fin a la rivalidad, la venta de chips H200 podría intensificar una competencia estructural y prolongada, en la que la confianza estratégica entre ambas potencias continúa deteriorándose.
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