- Estados Unidos incautó el petrolero Skipper frente a las costas de Venezuela.
- Washington sostiene que el buque transportaba entre 1,8 y 2 millones de barriles de crudo sancionado, presuntamente vinculado a redes de contrabando con participación iraní, y que la intervención se ejecutó bajo una orden judicial federal.
- Venezuela denunció la acción como “piratería internacional” y anunció reclamos ante organismos multilaterales, mientras analistas advierten que el operativo marca un punto de inflexión en la competencia geopolítica por el control energético en el Caribe.
En una intervención frente a las costas de Venezuela, Estados Unidos ejecutó el miércoles 10 de diciembre de este corriente año, una operación para incautar el petrolero Skipper, un buque de gran tamaño sancionado por Washington por su presunta participación en redes de contrabando de crudo con vínculos iraníes. La acción, que combinó fuerzas de la Guardia Costera, cuerpos especiales y apoyo de helicópteros embarcados desde el portaaviones USS Gerald R. Ford, marca un giro en la disputa por el control de los flujos energéticos en el mar Caribe.

Según testimonios de funcionarios estadounidenses y documentos judiciales, Skipper -que salió del puerto venezolano de José con alrededor de 1.8-2 millones de barriles de crudo- fue interceptado y abordado bajo una orden legal emitida por un juez federal estadounidense. La premisa apuntaba a que el buque transportaba petróleo sancionado que alimentaba redes que también implican intereses iraníes.
Desde Estados Unidos, el presidente Donald Trump destacó que la incautación fue realizada “por una muy buena razón” y señaló que se trató del mayor petrolero jamás intervenido por fuerzas estadounidenses, aunque evitó entrar en detalles sobre el destino final del crudo. El Departamento de Justicia y la Fiscalía General compartieron imágenes de la operación, subrayando la ejecución controlada y la subordinación a un marco legal, presentando la acción como una herramienta legítima para interrumpir el financiamiento de grupos terroristas a través de ingresos petroleros.
En contraste, el gobierno de Venezuela calificó la incautación como un acto de “piratería internacional” y “robo descarado de recursos del pueblo venezolano”, anunciando que llevará el caso ante organismos multilaterales. Desde el Gobierno de Maduro cuestionan la legitimidad de la acción y afirman que constituye una violación de la soberanía nacional y del derecho internacional. Estas declaraciones fueron respaldadas por acusaciones oficiales que describen la intervención como parte de una prolongada agresión contra el país sudamericano.
Estados Unidos reconfigura la dinámica geopolítica en el Caribe
Lo cierto es que esta operación constituye un punto de inflexión en la dinámica geopolítica del Caribe, donde los recursos energéticos fueron tradicionalmente un elemento central de la competencia entre grandes potencias. El despliegue de un portaaviones de última generación y unidades especializadas para una misión de interdicción refuerza la percepción de que Estados Unidos busca proyectar poder militar sobre las rutas y fuentes de energía regionales.

El episodio también ocurre en un contexto más amplio de presión militar y diplomática estadounidense en la región, con movimientos de fuerzas estadounidenses que suscitaron preocupación en otros gobiernos latinoamericanos y debates intensos sobre la legalidad de acciones que trascienden la tradicional aplicación de sanciones económicas. Expertos sostienen que este tipo de intervenciones exacerban una crisis energética y política que puede tener repercusiones en los mercados petroleros y en la estabilidad de la región.
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