El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, volvió a tensionar el debate sobre el uso de la fuerza militar en la “guerra contra las drogas” al afirmar que su gobierno está listo para llevar a tierra la campaña de ataques contra narcolanchas venezolanas. La ofensiva estadounidense hoy se concentra en embarcaciones sospechadas de transportar cargamentos ilícitos desde Venezuela.

Durante una reunión de gabinete en la Casa Blanca, Trump afirmó que, además de los ataques contra lanchas y buques en el Caribe y el Pacífico, Washington podría empezar a ejecutar “esos ataques también en tierra”, y remarcó que, a su juicio, “la tierra es mucho más fácil” que el mar para este tipo de operaciones. La declaración llega en medio de fuertes cuestionamientos al Pentágono por un operativo letal contra un presunto narco-barco en septiembre, que dejó decenas de muertos y desató acusaciones de posibles crímenes de guerra.
Una campaña letal en el mar… y un mensaje sobre lo que viene
Desde hace meses, la administración Trump sostiene que Estados Unidos se encuentra en un “conflicto armado” contra los cárteles de la droga, considerados “combatientes ilegales”, y ha autorizado ataques aéreos y navales contra embarcaciones sospechadas de contrabando hacia territorio estadounidense. Más de 80 personas habrían muerto en una docena de operaciones en el Caribe y el Pacífico, sin que el Ejecutivo haya presentado públicamente pruebas detalladas ni fundamentos jurídicos completos sobre cada caso, según reclamos de legisladores y organizaciones civiles.
El secretario de Defensa, Pete Hegseth, dijo en la misma reunión que Estados Unidos “recién empieza” con los ataques a narco-barcos, al tiempo que enfrenta una investigación política y mediática por su rol en una operación de septiembre en el mar Caribe. De acuerdo con un reporte de The Washington Post, tras un primer ataque que inutilizó una embarcación, dos sobrevivientes habrían sido detectados y un comandante de Operaciones Especiales habría ordenado un nuevo impacto, supuestamente en línea con una instrucción previa de Hegseth de “matar a todos” los ocupantes.
Crece el debate del Congreso sobre la “guerra a los cárteles”
Las revelaciones sobre la cadena de mando y las reglas de enfrentamiento encendieron alarmas en el Capitolio. Legisladores demócratas y republicanos de los comités de Servicios Armados de ambas cámaras prometieron una “supervisión vigorosa” del programa de ataques, mientras que algunos exmilitares y referentes de oposición advirtieron que los hechos descritos podrían encuadrar como crímenes de guerra si se comprobara que se atacó a personas fuera de combate o sin una amenaza inminente.

En septiembre, la Casa Blanca notificó formalmente al Congreso que Estados Unidos considera a determinados cárteles como parte de un “conflicto armado” y que sus acciones constituyen un “ataque armado” contra el país, intentando así encuadrar legalmente el uso de fuerza militar directa en el marco de la autodefensa. Críticos como el representante Gregory Meeks, principal demócrata en el Comité de Asuntos Exteriores, cuestionaron esa interpretación y denunciaron que los argumentos legales presentados en sesiones a puertas cerradas eran “dudosos” y buscaban sortear la potestad constitucional del Congreso para autorizar o limitar el uso de la fuerza.
Las palabras de Trump sobre futuros “ataques en tierra” reavivan el debate sobre hasta dónde está dispuesto a llegar Washington en la militarización de la lucha antidrogas, y qué implicancias tendría para la soberanía de otros Estados, en particular Venezuela y países del Caribe y América Latina. Hasta ahora, los ataques se han concentrado en aguas internacionales o áreas marítimas bajo el paraguas del Comando Sur, orientados contra barcos que el Ejecutivo describe como “narco-terroristas”. Llevar esa lógica a objetivos terrestres supondría otro salto cualitativo: operaciones de precisión sobre puertos, depósitos, pistas clandestinas o incluso campamentos vinculados a organizaciones criminales, con todos los riesgos colaterales y políticos que eso conlleva.
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