- Las distintas intervenciones que analiza EE.UU. en Venezuela, como la actual guerra psicológica de desgaste o una campaña de bombardeos selectivos, plantean posibles costos políticos y financieros enormes para la Casa Blanca.
- Trump mantiene todas las opciones sobre la mesa, incluso el diálogo con Maduro.
- La posibilidad de una guerra convencional entre los dos países se convertiría en “un compromiso generacional” que marcaría la segunda administración del republicano.
Las distintas opciones de escalada militar que Estados Unidos analiza en Venezuela -una guerra psicológica de desgaste que fuerce el cambio de régimen, ataques selectivos con bloqueo o una invasión directa en el territorio- plantean distintas posibilidades, pero también diferentes costos, tanto humanos como económicos. Se trata de factores que la administración de Donald Trump no puede evitar considerar, sobre todo luego porque el rearmado de su flota en el Caribe, con la adición del portaviones USS Gerald Ford, ya es un gasto milmillonario para el presupuesto sólo por mantener operativas las embarcaciones, sus aeronaves, y listo al personal, calculado en unos 15.000 efectivos.

El presidente Donald Trump ha sido especialmente ambiguo respecto a los pasos que evalúa seguir en Venezuela, siendo específico con los medios al señalar que no va a compartir con la prensa el curso de acción que tiene en mente. Sin embargo, cada opción que implique escalar el conflicto tendrá consecuencias en la situación doméstica interna, pero también en las vidas humanas puestas en juego y los cientos de miles de millones de dólares que se irán en el esfuerzo.
Mientras tanto, los canales diplomáticos parecen persistir, ya sea en la forma de una conversación entre el mandatario estadounidense y Nicolás Maduro, algo que según comunicó la Casa Blanca ocurrió el domingo. Aunque no se informó oficialmente el contenido de la conversación, medios locales reportaron un ultimátum de Washington D.C. a Caracas, solicitando la renuncia del actual gobierno y el exilio de su jefe de estado, algo que en Miraflores no habrían aceptado sin garantías de impunidad. De esta manera, todas las opciones se mantienen sobre la mesa, incluso una desescalada, pero no todas costarían lo mismo para la sociedad -pero también la imagen y el presupuesto- estadounidense.
El costo de los distintos escenarios que plantea EE.UU. en Venezuela
El escenario actual, al que se suma el reciente bloqueo aéreo de facto que impuso Estados Unidos sobre Venezuela, la flota reforzada en el Caribe y la autorización a la CIA de realizar operaciones encubiertas en el país latinoamericano ya es de por sí costoso para las arcas norteamericanas, como señala el CEO y editor en jefe del medio independiente canadiense Daily Scrum News, Donovan Martin Sr.: “Mantener importantes buques de guerra en el Caribe requiere un importante flujo de combustible para las aeronaves, ciclos de mantenimiento, repuestos, y la cara logística que sostiene a cada marinero, mecánico y piloto. Incluso si no se lanza un solo misil, un año de esta postura de baja intensidad podría costar entre U$D 7 y U$D 10 mil millones de dólares (…), añadiendo a eso la maquinaria propagandística -las campañas, los contratistas requeridos para moldear la opinión pública, el monitoreo de espacios virtuales, la provisión constante de insumos discursivos- y otros mil millones de dólares podrían evaporarse tranquilamente”.

De esta forma, la postura actual no sólo no es gratuita, sino que tampoco elimina el riesgo de bajas en Estados Unidos o Venezuela, como recuerda Donovan: “Encuentros cercanos en el mar, identificación errónea de una aeronave, accidentes a bordo de los portaviones, o la misma naturaleza impredecible de la guerra podrían costar vidas estadounidenses”. “Históricamente”, analiza, “las operaciones de baja intensidad han resultado en bajas a través de choques de helicópteros, accidentes en entrenamientos o pequeñas escaramuzas”.
Pero aún así sería menos costoso en vidas humanas y dólares de los contribuyentes que avanza con lo que Donovan considera “la vía más tentadora para quienes planean la guerra”: una profundización del actual bloqueo naval y aéreo que de paso a ataques selectivos sobre distintos puntos asociados al régimen de Caracas, que Estados Unidos ha vinculado en las recientes administraciones presidenciales con el narcotráfico. “Pero las guerras limitadas casi nunca son limitadas en su huella económica”, recuerda Donovan.
En este escenario, el especialista considera que podrían invertirse entre “U$D 20 y 40 mil millones, dependiendo de la intensidad de los ataques y la duración del bloqueo”. “El costo de las municiones de precisión es asombroso: un solo misil Tomahawk puede costar por encima de un millón de dólares, y una campaña aérea extendida podría requerir cientos en solo semanas”, cita Donovan.

Y además, esta opción plantea, lógicamente, más bajas que las anteriores. La respuesta segura de las fuerzas de Venezuela, aún disminuidas en su capacidad, llevaría a los estrategas norteamericanos a “prepararse en privado para decenas o cientos de bajas americanas si la situación escala hacia una confrontación prolongada en el tiempo”.
Pero en el orden de magnitudes todo queda chico comparado con las implicaciones humanas y presupuestarias de una invasión directa sobre Venezuela, una opción que Donovan califica de “catastrófica”: “Este es el escenario de pesadilla que recuerda a las peores lecciones del último cuarto de siglo”. Solamente la guerra propagandística necesaria para justificar la presencia de Marines en un país sudamericano “llevaría al gobierno de Estados Unidos a destinar miles de millones en justificar su presencia y enmascarar bajas civiles”. Más allá de eso, considera que “financieramente, una guerra convencional se tragaría cientos de miles de millones de dólares antes de que termine la década”.
Respecto al factor humano, Donovan marca que “al momento en que las fuerzas estadounidenses pisen Venezuela, el conflicto pasa de ser una maniobra estratégica a un compromiso generacional”. “Las bajas estadounidenses podrían contarse en los miles dentro de la década. Los muertos de Venezuela -civiles y militares- probablemente serían mucho más altos”.

Estas consideraciones, que pasan de la letra fría de la estrategia a importantes consideraciones humanas y políticas, sin duda son parte de los factores que llevan a la ambigüedad de las declaraciones del presidente Trump, que sabe que comprometerse con cualquier de estas opciones será una decisión que marque irremediablemente su segundo mandato.
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Que viva Venezuela esté es un país dé paz sí quieren guerra.defenderemos nuestros suelos venezolanos sí es preciso con nuestras vidas así será. Con maduro y sin maduro. Pelearemos . firmaríamos un grupo guerrillero pará sacar A los gringos y a los que no sean gringos también . que viva Venezuela