La corporación estatal de Rusia, Rostec, anunció la entrega de un nuevo lote de vehículos de combate de infantería BMP-3 al Ministerio de Defensa, equipados con protección adicional y sistemas de guerra electrónica orientados a contrarrestar drones y municiones guiadas. Esta nueva tanda de BMP-3 modernizados podrían ser desplegados al frente ucraniano, con protección reforzada contra drones y sistemas de ocultamiento para sobrevivir en un campo de batalla saturado de sensores y municiones merodeadoras.

Se trata del sexto lote oficialmente reconocido en 2025, reflejo de un esfuerzo industrial sostenido para reponer pérdidas y adaptar la flota a las lecciones del frente en Ucrania. Los BMP-3 llegarían con blindaje adicional de varios componentes (pantallas, placas y kits de refuerzo), rejas anti-carga hueca (“anticumulativas”) para reducir el efecto de RPG y municiones con cabeza explosiva en tándem, y protección del hemisferio superior, específicamente pensada contra drones FPV, granadas lanzadas desde UAV comerciales y munición merodeadora.
Guerra electrónica y camuflaje: la respuesta rusa a la “era del dron”
Además del blindaje físico, la nueva tanda de BMP-3 incorpora equipos de guerra electrónica orientados a interferir los enlaces de control y navegación de drones enemigos. Aunque no se detallaron modelos ni potencias, el objetivo declarado es mejorar la “supervivencia en el campo de batalla moderno”, donde el principal enemigo muchas veces no es un tanque, sino drones.

Rostec también informó que cada vehículo recibió el sistema Nakidka, un kit de reducción de firma confeccionado con materiales aislantes térmicos y absorbentes de radar. En la práctica, se trata de una especie de “manta de camuflaje avanzado” que busca disminuir la firma térmica frente a sensores infrarrojos y cámaras termales, así como también reducir la sección radar para dificultar la detección por parte de radares de vigilancia terrestre o aeronaves.
El objetivo es que el BMP-3 no solo resista mejor los impactos, sino que sea más difícil de detectar, fijar y atacar en un entorno saturado de sensores y munición guiada. A lo largo de la guerra, se han visto múltiples intentos rusos de reforzar a estos vehículos, incluyendo la instalación de kits de blindaje reactivo “Cactus” y agregados improvisados (“jaulas”, estructuras metálicas, etc.) contra drones kamikaze. La nueva versión industrializada con blindaje modular, EW y Nakidka apunta a estandarizar y profesionalizar esa adaptación, llevando al BMP-3 a una configuración más adecuada para la “era del dron”.
Aprendizajes desde el frente de batalla
Rostec subrayó que la producción de vehículos blindados se realiza en régimen de 24 horas, con actualizaciones continuas incorporadas en base a la experiencia de combate en Ucrania. Es decir, un ciclo casi permanente de observación de amenazas y vulnerabilidades en el frente y ajuste de diseño (blindaje, sensores, EW, protección superior).
En términos de defensa y seguridad internacional, este nuevo lote de BMP-3 modernizados encaja en tres tendencias claras de la guerra en Ucrania:
- La “dronización del campo de batalla”, donde la prioridad ya no es solo resistir proyectiles de artillería o misiles antitanque, sino sobrevivir a enjambres de drones baratos que atacan desde arriba y desde corta distancia.
- La adaptación acelerada, en la que Rusia intenta incorporar rápidamente lecciones tácticas e improvisaciones de campo en diseños de fábrica, cerrando la brecha entre “bricolaje en el frente” y soluciones industriales, y
- la guerra de desgaste prolongada, donde la entrega del sexto lote en el año y la producción continua sugieren que Moscú se prepara para una contienda larga, donde la capacidad de reponer y mejorar plataformas será tan importante como el número de vehículos en inventario.
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