- La OTAN debate endurecer su postura frente a los ataques híbridos de Rusia, y advierte a Trump sobre Putin y sus “crímenes de guerra”.
- La UE afirmó que cualquier plan de paz para Ucrania no puede incluir una amnistía de facto para Putin.
- La Unión también exige no levantar sanciones a Rusia sin responsabilidad por crímenes de guerra. Te lo contamos en Escenario Mundial
La OTAN atraviesa un debate sensible sobre cómo responder a la campaña de guerra híbrida de Rusia contra Europa, afirmando que tal vez sea necesario endurecer su postura defensiva. El presidente del Comité Militar de la Alianza, el almirante italiano Giuseppe Cavo Dragone, reconoció que los aliados están analizando pasar de una reacción meramente defensiva a medidas “más agresivas” y hasta “preventivas” frente a ataques en el ciberespacio y contra infraestructuras críticas.

En declaraciones recientes, Cavo Dragone señaló que en el terreno cyber la OTAN sigue siendo “reactiva”, pero que se está discutiendo un enfoque más proactivo, incluyendo la posibilidad de considerar ciertos “golpes preventivos” como acciones defensivas si se enmarcan en la lógica de disuasión frente a Moscú. El debate llega tras una serie de incidentes que preocuparon a las capitales europeas: 11 episodios sospechosos en los que buques en el Báltico habrían arrastrado anclas deliberadamente para dañar cables de energía y comunicaciones, intrusiones de drones rusos en espacio aéreo aliado y una ola sostenida de ciberataques sobre infraestructuras civiles y gubernamentales.
Paz en Ucrania sí, impunidad no: el mensaje de Bruselas a Washington
En ese contexto, la operación “Baltic Sentry”, lanzada en enero para reforzar patrullas aéreas, navales y con drones en la región, es presentada por Dragone como un ejemplo exitoso de disuasión. Pero mientras el ala militar de la OTAN discute cómo responder a la presión rusa, en el frente político la Unión Europea envía otra señal clave: ningún eventual acuerdo de paz en Ucrania puede traducirse en una amnistía de facto para Vladimir Putin.
El comisario europeo de Justicia y Democracia, Michael McGrath, advirtió que los esfuerzos de la administración Trump para negociar un alto el fuego no deben “borrar el expediente” de los crímenes de guerra cometidos por Moscú. En Bruselas preocupa que el borrador original del plan de paz estadounidense incluyera una amnistía amplia y el regreso pleno de Rusia a la economía internacional, con levantamiento gradual de sanciones y hasta un retorno al G7.

McGrath fue explícito afirmando que la historia “no perdonaría” un intento de ofrecer a Rusia una hoja en blanco. Recordó que existen alrededor de 178.000 causas abiertas por crímenes de guerra rusos desde el inicio de la invasión a gran escala, que una comisión de la ONU concluyó que se cometieron crímenes de lesa humanidad y que la Corte Penal Internacional emitió una orden de arresto contra Putin en 2023. El comisario añadió que perdonar y olvidar los crímenes se convertiría en el germen del próximo estallido de agresión y de la próxima invasión, y destacó: “creo que eso sería un error histórico de enormes proporciones”». alertó el comisario, insistiendo en que las víctimas no pueden ser despojadas de su derecho a la justicia.”.
La credibilidad estratégica de Occidente “en jaque”
Los dos debates, sobre la respuesta híbrida de la OTAN y sobre los límites de la paz negociada, convergen en una cuestión central: la credibilidad estratégica de Occidente. Si la Alianza Atlántica se percibe incapaz de proteger sus infraestructuras y el espacio cibernético, la disuasión frente a Moscú se debilita. Pero si, al mismo tiempo, Washington impulsa una paz que “pase por alto” los crímenes de guerra impulsados por Rusia, el costo político se traslada a Bruselas y a las capitales europeas que han invertido capital político y recursos.
En ese marco, la presión no sólo apunta a Moscú y Kiev, sino también a Washington. El plan de paz original contemplaba, según las filtraciones, cooperación estratégica con Rusia en energía, infraestructuras, inteligencia artificial y materias primas críticas, además del levantamiento progresivo de sanciones. La reacción europea fue inmediata, pero existen fisuras dentro del propio bloque europeo de parte de gobiernos como el de Hungría, que han bloqueado o diluido nuevos paquetes de sanciones, especialmente en el sector energético, defendiendo su dependencia del gas y el petróleo rusos como “cuestión de seguridad nacional”.
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