Corea del Norte tendría hoy hasta 150 armas nucleares y podría acumular más de 400 ojivas hacia 2040, si mantiene el ritmo actual de producción de material fisible. Esto implica que el país podría dar un salto cuantitativo mucho más agresivo de lo que estiman la mayoría de los centros de referencia occidentales, egún Lee Sang-kyu, jefe de la división de investigación en seguridad nuclear del Korea Institute for Defense Analyses (KIDA).

La advertencia, difundida por la agencia Yonhap, se inscribe en el marco de la doctrina declarada por Kim Jong-un de incrementar “exponencialmente” el arsenal para reforzar su capacidad de disuasión frente a Estados Unidos y sus aliados. La proyección rompe con el consenso dominante en buena parte de la literatura occidental, que ubica el arsenal norcoreano en una escala mucho más acotada. La Federación de Científicos Americanos (FAS), por ejemplo, estima que Corea del Norte habría producido material fisible suficiente para unas 90 ojivas, pero que solo habría ensamblado alrededor de 50 armas operativas, cifra similar a la manejada por el SIPRI y por el servicio de investigación del Congreso de Estados Unidos.
En su análisis, Lee Sang-kyu sostiene que el programa norcoreano habría avanzado mucho más de lo que reflejan esas cifras. Sobre la base de la capacidad de enriquecimiento de uranio y del stock de plutonio, calcula que Pyongyang podría disponer ya de entre 115 y 131 armas basadas en uranio altamente enriquecido y entre 15 y 19 bombas de plutonio, para un total de hasta 150 armas nucleares. Se trata de un rango dos a tres veces superior a las estimaciones más citadas en Estados Unidos y Europa que, a partir de la expansión de las plantas de enriquecimiento y de los indicios de actividad en instalaciones clave como Yongbyon, podría crecer hasta unas 243 armas hacia 2030 y entre 344 y 429 hacia 2040.
De arsenal mínimo a potencia nuclear mediana en Asia-Pacífico
Si la proyección de KIDA se acerca a la realidad futura, Corea del Norte dejaría de ser vista como un actor con “arsenal mínimo” y pasaría a ocupar un lugar intermedio entre las grandes potencias y los Estados con un stock limitado. Para tener una referencia, FAS estima que el Reino Unido dispone de unas 225 ojivas y Francia de alrededor de 290, mientras que China ya habría superado las 500 cabezas nucleares en 2025. Un Corea del Norte con 200 a 400 armas se situaría, por volumen, en el rango de una potencia nuclear mediana, pero con una doctrina mucho más flexible en cuanto al uso.
Las implicancias para la arquitectura de disuasión en Asia-Pacífico son evidentes. Un arsenal más numeroso y diversificado complica la planificación de defensa de Corea del Sur y Japón, exige reforzar los sistemas de defensa antimisiles (THAAD, Aegis, interceptores de última generación) y somete a prueba la credibilidad de la disuasión extendida estadounidense, en un contexto en el que Washington también debe repartir recursos estratégicos frente a Rusia y China.

Para Seúl, que ya discute de forma recurrente la opción de desarrollar su propia capacidad nuclear o profundizar su doctrina de ataques convencionales de “decapitación”, un Corea del Norte con cientos de ojivas supone un escenario de estabilidad mucho más frágil. A esto se suma la eventual asistencia tecnológica rusa para el desarrollo de un submarino de propulsión nuclear norcoreano, en el rango de las 5.000 a 6.000 toneladas. Esa cooperación podría incluir componentes, materiales o know-how necesarios para integrar un reactor compacto en un casco de ese porte (que podría tardar al menos una década completar el desarrollo de un reactor naval funcional para ese tipo de plataforma).
La dirección estratégica, sin embargo, ya está trazada. En marzo de este año, Kim Jong-un inspeccionó un astillero donde se construye un submarino de propulsión nuclear y prometió que la capacidad de defensa marítima de Corea del Norte será “plenamente proyectada en cualquier agua necesaria, sin limitaciones”. La combinación de un arsenal creciente en tierra con vectores basados en submarinos –aunque rudimentarios en comparación con las tríadas de Estados Unidos o Rusia– reforzaría la supervivencia del arsenal norcoreano y complicaría cualquier escenario de preemptive strike pensado en Seúl o Washington.
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