Según reveló ABC News, Ucrania habría dado su visto bueno a los términos de un plan de paz impulsado por Estados Unidos para intentar poner fin a la guerra con Rusia, aunque se mantiene a la espera de pulir “detalles menores” antes de su presentación formal. Un funcionario estadounidense, citado bajo anonimato, aseguró que “los ucranianos han aceptado el acuerdo de paz” y que solo restan ajustes técnicos.

La noticia llega después de una ronda de negociaciones discretas en Ginebra y de una reunión en Abu Dabi entre el secretario del Ejército de EE.UU., Dan Driscoll, y una delegación rusa, en lo que aparenta ser el intento más serio hasta ahora de la administración de Donald Trump por cerrar el conflicto. De ser completamente confirmada, la novedad marca un giro respecto de la línea dura que Trump había exhibido días atrás, cuando impuso a Kiev una fecha límite para aceptar un borrador de 28 puntos, percibido en Europa como excesivamente favorable a Moscú.
Entre avances y la medición del costo político
Técnicamente, el documento original habría sido recortado a unos 20 puntos y moderado en algunos de sus aspectos más controvertidos. No está claro, sin embargo, hasta qué punto esas modificaciones acercan el texto a las exigencias mínimas de seguridad planteadas por Kiev, ni cómo impactan sobre cuestiones clave como el control de territorios ocupados, el tamaño de las fuerzas ucranianas o el levantamiento escalonado de sanciones a Rusia.
Hasta el momento, ni Rusia ni Ucrania confirmaron oficialmente la presencia de sus representantes en Abu Dabi, ni el alcance de las conversaciones. El punto crítico ahora es si el presidente Vladimir Putin aceptará la versión revisada del plan, aunque funcionarios rusos se limitaron a señalar que no habían recibido actualizaciones formales sobre los cambios introducidos por Washington y evitaron comentar en detalle los términos filtrados, amparándose en la “complejidad” de la negociación.

Pero los “avances” realizados entre Washington, Kiev y Moscú tuvieron otro tipo de repercusiones, especialmente en Europa. El acuerdo “tomó por sorpresa” al continente europeo cuando se conoció el primer borrador de paz estadounidense y que luego vio cómo su propio esquema de 28 puntos era descartado por Rusia sin mayor discusión. Pese a ser hoy los principales financiadores de la resistencia ucraniana –en armas, asistencia económica y ayuda humanitaria–, los gobiernos europeos han tenido un papel marginal en la configuración del plan que ahora Kiev habría aceptado en principio. Esa exclusión alimenta la percepción de que, aun pagando buena parte del costo del conflicto, la Unión Europea sigue sin sentarse plenamente a la mesa donde se define su desenlace.
Para las capitales europeas, la preocupación va más allá del equilibrio territorial o militar del acuerdo. Lo que está en juego es el mensaje estratégico que deje la guerra: si un eventual plan de paz termina consolidando ganancias territoriales obtenidas por la fuerza y limitando la capacidad de defensa ucraniana, el riesgo es que Europa quede expuesta a nuevos episodios de presión o agresión rusa en su periferia oriental.
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