Desde el Acuerdo Comercial con Perú hasta la estrategia Global Gateway, el proyecto europeo se consolida como un socio estratégico para el desarrollo sostenible y la defensa de los derechos humanos. Específicamente desde el 9 de mayo de 1950, la integración europea nació como una respuesta directa a las guerras que devastaron el continente. La apuesta fue reemplazar la confrontación militar por instituciones comunes, cooperación económica y un diálogo permanente entre Estados.

Esa orientación convirtió al proyecto europeo en un referente internacional de paz, reconocimiento que quedó plasmado en el Premio Nobel otorgado en 2012. Con el paso del tiempo, este modelo dejó de ser solo un mecanismo para estabilizar Europa y empezó a proyectarse hacia el mundo, especialmente en un contexto donde Estados Unidos adopta posiciones más confrontativas y China emerge como potencia tecnológica y financiera. En medio de esa competencia, el bloque europeo mantiene una narrativa diferente, centrada en reglas, cooperación y sostenibilidad.
Perú como socio estratégico en América Latina
La relación con América Latina forma parte de esta proyección externa. En el caso peruano, el punto de inflexión fue la firma del Acuerdo Comercial entre la Unión Europea, Perú y Colombia en 2012, vigente desde 2013. Desde entonces se registraron avances en comercio, inversión y cooperación, ubicando a la UE como el segundo mayor inversor del país y como uno de los actores más estables en materia de desarrollo.

En este contexto, Bruselas combina herramientas económicas con una agenda política basada en derechos, gobernanza y desarrollo sostenible, lo que le permite posicionarse como un referente distinto frente a otros actores globales. El proyecto europeo prioriza la sostenibilidad como condición para cualquier agenda de desarrollo. Según Jérôme Poussielgue, en Perú esto se traduce en iniciativas de reutilización de agua para agricultura, impulso de cadenas productivas más limpias y apoyo a una transición energética justa.
Estas medidas responden a una visión que entiende que la adaptación climática no es un añadido, sino la base para garantizar seguridad alimentaria, productividad y resiliencia. De manera paralela, el bloque europeo impulsa proyectos destinados a enfrentar la informalidad laboral y económica, en coordinación con la OCDE y socios locales. Asimismo, respalda modelos educativos inclusivos que permiten reducir brechas, atender la vulnerabilidad y generar oportunidades reales para los jóvenes. La lógica es clara: la cohesión social es un componente central de la seguridad y, al mismo tiempo, un pilar para el crecimiento sostenible.
Gobernanza: transparencia, Estado de derecho y lucha contra economías ilegales
En el ámbito institucional, Bruselas promueve mecanismos que fortalezcan el Estado de derecho. Esto incluye el intercambio de datos policiales y financieros, la trazabilidad de activos ilícitos y la recuperación de fondos vinculados al crimen organizado. El objetivo es contribuir a una gestión pública más transparente y a un sistema de justicia más eficiente, aspectos que se consideran esenciales para atraer inversión sostenible y reforzar la confianza ciudadana.
La defensa de la democracia, la igualdad de género y los derechos humanos constituye la esencia del proyecto europeo. Este eje impulsa la participación ciudadana, el fortalecimiento de la sociedad civil y el respeto por la dignidad humana como fundamentos para cualquier política pública. En esta visión, la democracia no es un estado acabado, sino un proceso en construcción permanente, sostenido por el diálogo y la inclusión.
Global Gateway: geopolítica y desarrollo en un mismo marco
La estrategia Global Gateway sintetiza esta forma europea de actuar en el mundo. A través de inversiones responsables y alianzas con gobiernos, bancos de desarrollo y sector privado, busca promover infraestructura verde, innovación tecnológica y fortalecimiento institucional.
Más allá del financiamiento, esta estrategia expresa una lectura geopolítica: en un escenario internacional marcado por la competencia entre grandes potencias, la Unión Europea apuesta por consolidar su poder normativo y presentarse como una alternativa basada en cooperación, sostenibilidad y valores compartidos.
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Por Edwin Bazán Chávez, estudiante de Relaciones Internacionales en la Pontificia Universidad Católica del Perú.












