Este domingo alrededor de 16 millones de chilenos se dirigirán a las urnas, en el marco de la primera vuelta presidencial. Cuatro de los ocho candidatos son los que tienen más chances de competir y llegar al balotaje, escenario con mayor probabilidad por historia y últimos sondeos en Chile.
Los ocho candidatos que compiten por la Presidencia de Chile necesitan superar el 50,01% de los votos para consagrarse en primera vuelta; de lo contrario, el país deberá acudir nuevamente a las urnas para definir al ganador en un balotaje.
Tres de los cuatro posibles nuevos presidentes de Chile viran de la centroderecha a la extrema derecha: en primer lugar, José Antonio Kast, el candidato de derecha que se presenta por tercera vez consecutiva; En un extremo más a la derecha, Johannes Kaiser; y por último, la candidata más céntrica dentro de la derecha, Evelyn Matthei.
La faltante es Jeannete Jara, la candidata del oficialismo de Boric, que se quedó con la interna en agosto pasado. Según las últimas encuestas, se perfilaba como la ganadora de la primera vuelta. Y con sentido, porque la derecha se encuentra dividida en tres partes, pero en un eventual balotaje, los votos que reúna el trío de la derecha serán dirigidos al candidato que pase de fase. Pero esto es Latinoamérica, todo puede pasar. En un utópico escenario, por el egoísmo de la derecha de ir en dividido, la izquierdista Jara es presidenta en noviembre sin ir a un balotaje.

“Es Chile estúpido”, un país que desde la vuelta a la democracia, en 1990, ha celebrado ocho elecciones presidenciales y en seis de ellas fue necesaria una segunda vuelta. Solo Aylwin en 1989 y Frei Ruiz-Tagle en 1993 ganaron en primera, mientras que todas las demás —desde el duelo Lagos-Lavín en 1999 hasta la última contienda Boric-Kast en 2021— se definieron en balotaje, consolidando un patrón electoral donde ningún candidato logra superar el umbral del 50% en la primera cita y la presidencia termina resolviéndose en un mano a mano.
Por lo tanto, este lunes Chile no tendrá nuevo presidente, sino que tendría que esperar al 14 de diciembre, fecha en la que se celebrará la segunda vuelta electoral.
Un detalle importante de estos comicios es el debut del sistema de votación obligatoria para mayores de edad, que marcará un hito porque se estima que subirá la participación. Esto último puede romper una tendencia regional en la que los ciudadanos no van a votar o no se sienten motivados.
El voto migrante será decisivo en esta elección, ya que más de 886.000 extranjeros con al menos cinco años de residencia legal en el país están habilitados para participar, un caudal que podría inclinar la balanza en una contienda ajustada.
La otra elección: el Legislativo
A la par de la Presidencia, se elegirá al nuevo Congreso Nacional de Chile en los 3.498 puntos electorales del país. 155 diputados que integrarán la Cámara Baja los próximos cuatro años y a 23 de los 50 senadores para un mandato de ocho.
Las encuestas previas a la veda anticipan un avance amplio del conservadurismo en ambas cámaras, incluso con chances de imponerse.
La duda central es si la derecha y la ultraderecha lograrán los 4/7 del Congreso, un umbral que nunca han alcanzado desde el retorno a la democracia y que les abriría la puerta a cambios constitucionales y reformas de gran impacto.
Las legislativas de 2021 dejaron un Congreso extremadamente fragmentado y con fuerzas muy equilibradas. Esa combinación, sumada a la fuerte indisciplina partidaria entre los diputados, redujo al mínimo el margen de maniobra del gobierno de Gabriel Boric para avanzar con sus reformas.
En la Cámara, la izquierda y centroizquierda obtuvieron 74 escaños —por debajo de los 78 necesarios para la mayoría—, la derecha logró 68 y las fuerzas independientes o populistas sumaron 13. En el Senado, en cambio, la derecha quedó con la mayoría.
La mayor preocupación del electorado: la inseguridad
Encuestas confirman que la inseguridad domina las preocupaciones de los chilenos. Aunque Chile sigue siendo uno de los países más seguros de América Latina, el aumento de ciertos delitos violentos disparó la percepción de riesgo y generado un clima de urgencia.

Mientras los candidatos concentran el debate en propuestas para combatir la delincuencia como la “mano dura”, los comerciantes ven caer sus economías.
La tasa de homicidios, que se triplicó en la última década y alcanzó un máximo de 6,7 por cada 100.000 habitantes en 2022, sigue muy por debajo del promedio regional de 15, según la ONU. Aun así, la retórica electoral amplifica los temores de una población que siente crecer la inseguridad más allá de los datos.
Según la Encuesta Nacional Urbana de Seguridad Ciudadana (ENUSC), en 2024 un 87,7% percibió un aumento de la delincuencia, aunque solo el 17,7% de los hogares fue víctima de robos y el 8,5% sufrió delitos violentos. Ese temor se alimenta del incremento de ciertos crímenes, como los secuestros, que según el Ministerio Público muestran un “aumento sostenido”, pasando del 16,5% al 21,1% entre 2022 y 2024.
La inseguridad se convirtió en el terreno común de toda la campaña: desde la izquierda de Jara hasta la extrema derecha de Kast y Kaiser, todos los candidatos pusieron el foco en el tema.
A ello se suma la cuestión migratoria, otro eje central para un electorado que observa el avance del narcotráfico y el crimen organizado en países vecinos y teme que Chile pueda seguir la misma deriva.
Un estudio de 3xi y la consultora Criteria muestra la magnitud del malestar social: el 68% de los encuestados ve a los inmigrantes como un problema y un 90% cree que las leyes migratorias son demasiado permisivas. Según el mismo sondeo, el 77% asocia la inmigración con el aumento del crimen organizado, el 75% con el tráfico de drogas y el 60% con un alza de la prostitución.
Quiénes son los candidatos que pueden ser presidentes
En líneas generales, tres son los candidatos que competirán para meterse en el balotaje: Jeannette Jara (oficialismo-izquierda), José Antonio Kast (oposición-extrema derecha) y Johannes Kaiser (oposición-extrema derecha). El caso de Evelyn Matthei es particular. Aparece última en todos los sondeos frente a las otras tres figuras y tiene muy pocas chances de repuntar en un escenario donde el electorado de derecha ya está capturado por dos candidatos fuertes —y además hombres— que concentran casi todo el espacio disponible.
Jeannette Jara, de 51 años, llega a esta elección como la figura que logró ordenar a un oficialismo dividido. Militante comunista desde joven, combina un discurso de derechos sociales con un estilo sobrio, más de gestión que de épica. Su triunfo contundente en las primarias de Unidad por Chile mostró su capacidad de articulación dentro de una coalición amplia que va desde el Partido Socialista hasta la Democracia Cristiana.

En las últimas semanas tomó distancia del gobierno de Gabriel Boric, marcando que no representa una continuidad sino “otro ciclo”.
José Antonio Kast, es abogado de 59 años, y vuelve a escena con la insistencia de quien siente que su momento aún no llegó, pero está cerca. Es hijo de un exmiembro de la juventud hitleriana que emigró a Chile después de la Segunda Guerra Mundial. Un peso familiar grande con el que carga Kast.

Tras casi dos décadas como diputado y convertido luego en fundador del Partido Republicano, se transformó en la voz más reconocible de la derecha dura chilena: orden, fronteras estrictas, expulsiones inmediatas y valores conservadores como columna vertebral. Kast ya probó el impacto de llegar al balotaje en 2021, cuando cayó frente a Boric, y hoy regresa con un apoyo que se mantiene sólido y disciplinado.
Por último, el candidato de la extrema derecha que busca dar la sorpresa en la elección. Johannes Kaiser, 49 años, es la expresión más radical de la nueva derecha chilena, un candidato sin título profesional y con un estilo que combina provocación, maximalismo ideológico y guiños permanentes al mundo militar.

Exmilitante del Partido Republicano y hoy líder del Partido Nacional Libertario, se presenta como una versión local —y más áspera— del fenómeno Milei. Propuestas similares al libertario argentino son el estado mínimo, desregulación total y una fe absoluta en que el mercado es la única maquinaria capaz de ordenar la vida social. Su defensa abierta de la “familia militar” lo ha llevado a posiciones extremas, como proponer recientemente el indulto a exagentes de la dictadura condenados por violaciones a los derechos humanos.
Si finalmente triunfa alguno de los candidatos de derecha, Chile podría convertirse en un socio político clave para Javier Milei en la región. Kast y Kaiser comparten con el presidente argentino una visión económica de libre mercado, un discurso de confrontación con la “casta” y una lectura similar sobre seguridad y migración.
Con este paraguas de opciones, Chile definirá su futuro este domingo 16 de noviembre y posiblemente terminará de resolver el 14 de diciembre, en un eventual balotaje, con un candidato de la extrema derecha y la comunista Jara.
Una elección cargada de incertidumbre, miedos y cansancio social. Con un electorado obligado a participar por primera vez en décadas, un Congreso en disputa y una agenda pública dominada por la inseguridad y la migración.
Chile vota con la historia a favor del balotaje, sí, pero también con la sensación subterránea de que esta elección —como tantas en América Latina— puede entregar una sorpresa donde menos se espera.












