La victoria de Zohran Mamdani como alcalde de Nueva York el 4 de noviembre de 2025 marca un punto de inflexión en la diplomacia subnacional de Estados Unidos”. Su elección como el primer alcalde musulmán, socialista democrático y de origen sudasiático de la ciudad más emblemática de Estados Unidos no es simplemente un evento de política local: marca el surgimiento de un nuevo actor geopolítico influencia real en las relaciones internacionales desde el ámbito municipal. Nueva York, con un PIB metropolitano estimado en 2.3 billones de dólares—similar al de Francia—es la décima economía más grande del mundo. Desde esta posición de poder económico sin precedentes, Mamdani asume una administración que puede desafiar directamente la política exterior federal y replantear el papel de las ciudades en el escenario global.

Esta elección se inscribe dentro de una tendencia geopolítica más amplia: el fortalecimiento de la paradiplomacia. Esta es la acción exterior de los gobiernos subnacionales. En Estados Unidos ha crecido exponencialmente durante las últimas dos décadas. Ciudades como Nueva York, Los Ángeles, Chicago y San Francisco se encuentran entre los operadores más dinámicos de la diplomacia urbana global. Estas ciudades mantienen vínculos con metrópolis de todo el mundo y participan activamente en espacios multilaterales como la C40 Cities Climate Leadership Group.
En estos foros, los alcaldes presentan recomendaciones directas a los líderes del G20 y participan como observadores formales en conferencias climáticas de la ONU. Este rol responde a una realidad ineludible. Según la Conferencia de Alcaldes de Estados Unidos, las áreas metropolitanas representan el 90.8% de la producción económica de Estados Unidos. Emplean al 88.2% de los estadounidenses y albergan al 86.4% de la población. En este sentido, las ciudades se han convertido en motores económicos con intereses que frecuentemente divergen de las prioridades del gobierno federal.
Trump vs Mamdani: un laboratorio de tensiones institucionales
La confrontación entre Mamdani y el presidente Donald Trump intensifica esta dinámica de manera sin precedentes. La retórica presidencial ha sido particularmente incendiaria. En un discurso pronunciado en el America Business Forum de Miami el 6 de noviembre, Trump calificó a Mamdani como “comunista” y advirtió que Nueva York se convertiría en “una Cuba comunista o una Venezuela socialista”. Asimismo, declaró que Estados Unidos “perdió un poco de su soberanía” con la victoria de Mamdani. También sugirió que “Miami pronto será el refugio para quienes huyen del comunismo en Nueva York”.
Estas declaraciones se han traducido en acciones concretas que revelan una estrategia de coerción federal sobre gobiernos municipales. La administración Trump autorizó el despliegue de la Guardia Nacional en ciudades dirigidas por demócratas como Los Ángeles, Washington D.C., Memphis, Portland y Chicago. Además, según análisis del New York Times, ha congelado o cancelado aproximadamente 28 mil millones de dólares en fondos federales destinados principalmente a distritos demócratas, utilizando la infraestructura, el tránsito y los proyectos de energía limpia como herramientas de presión política.
La respuesta de Mamdani ha sido igualmente directa. En su discurso de victoria, declaró: “Si alguien puede mostrarle a una nación traicionada por Donald Trump cómo derrotarlo, es la ciudad que le dio origen”. Agregó un mensaje hacia el presidente: “Donald Trump, ya que sé que estás mirando, tengo cuatro palabras para ti: Sube el volumen”. Esta postura desafiante se extiende al ámbito de la política exterior: Mamdani prometió arrestar al primer ministro israelí Benjamin Netanyahu y al presidente ruso Vladimir Putin si visitan Nueva York, en cumplimiento de las órdenes de arresto emitidas por la Corte Penal Internacional.

Expertos legales advierten que esto es prácticamente imposible dado que Estados Unidos no es signatario de la CPI y Nueva York carece de jurisdicción para hacer cumplir tratados internacionales. Sin embargo, la declaración tiene valor político. Proyecta globalmente una imagen de Estados Unidos fracturado, donde un ejecutivo local puede desafiar abiertamente tanto al gobierno federal como a las jerarquías tradicionales de la diplomacia estadounidense. Es un símbolo de resistencia institucional desde la esfera municipal.
Nueva York: centro financiero con poder geopolítico
Este poder de desafío tiene fundamentos concretos. Nueva York no es una ciudad cualquiera: es el centro neurálgico financiero y de capital global. Wall Street continúa siendo el epicentro del comercio de capitales públicos y deuda, impulsado en parte por el tamaño y desarrollo financiero de la economía estadounidense. La ciudad alberga las sedes de los bancos comerciales y de inversión más grandes del mundo, incluyendo JPMorgan Chase, Citigroup, Goldman Sachs y Morgan Stanley. La Oficina de Asuntos Internacionales de la Alcaldía de Nueva York concentra el 116 de los consulados, 193 misiones permanentes ante las Naciones Unidas, y la sede de la ONU, lo que otorga al alcalde una plataforma diplomática sin paralelo.
Cualquier tensión prolongada entre el alcalde de Nueva York y el establishment financiero, o entre Nueva York y la administración federal, tiene repercusiones inmediatas en los mercados globales y en la estabilidad del sistema financiero internacional. La agencia municipal tiene la capacidad potencial de dar forma a la política exterior y abogar por los intereses de Nueva York en una plataforma global, especialmente cuando representa a un electorado diverso e internacional con objetivos que difieren radicalmente de las prioridades del gobierno nacional.
El nombramiento por parte de Mamdani de Lina Khan, ex presidenta de la Comisión Federal de Comercio, como copresidenta de su equipo de transición, envía señales contundentes al sistema financiero global sobre las prioridades de su administración. Khan, conocida por su agresiva postura antimonopolio y sus acciones legales contra Meta y Amazon, declaró que la elección del socialista democrático de 34 años significa que los neoyorquinos han dado “un mandato claro de que es tiempo de construir una ciudad donde la gente trabajadora pueda realmente prosperar”.
Esta designación ha generado preocupación inmediata entre líderes de tecnología y finanzas en Wall Street, dado que empresas como Google, Meta y Amazon mantienen una presencia sustancial en Nueva York. La combinación de Mamdani y Khan sugiere que la administración podría buscar regular con mayor agresividad a los monopolios tecnológicos, aumentar impuestos corporativos, y confrontar directamente los intereses del capital financiero multinacional, creando un potencial conflicto entre los intereses de Wall Street y las políticas del nuevo alcalde que podría reverberarse en los mercados bursátiles globales.
La fragilidad institucional de las ciudades
Las ciudades estadounidenses enfrentan una paradoja. Su rol como actores en asuntos globales contrasta dramáticamente con su fragilidad institucional. Según especialistas en derecho municipal de Columbia University, las ciudades son consideradas “criaturas del estado” en el derecho estadounidense, situadas en el nivel más bajo de la jerarquía gubernamental y sin autoridad constitucional directa. Aproximadamente un tercio de los ingresos municipales proviene de subsidios federales canalizados a través de los estados, según datos de la Conferencia de Alcaldes de Estados Unidos. Esto las hace extremadamente vulnerables a presiones financieras desde Washington. La mayoría de los estados adoptaron en el siglo XIX la llamada Regla de Dillon, doctrina legal que establece que los estados controlan a las ciudades y limita severamente su autonomía. Esta arquitectura legal genera una contradicción: las ciudades cargan con responsabilidades sociales pero carecen de soberanía fiscal para poder enfrentarlas.
Para América Latina y el escenario global, la confrontación entre Trump y Mamdani ofrece lecciones cruciales sobre la resiliencia de las instituciones democráticas locales frente a presiones autoritarias. El movimiento de ciudades santuario en Estados Unidos tiene sus raíces en los años ochenta, cuando ciudades como Burlington (Vermont), Pittsburgh (Pensilvania) y Rochester (Nueva York) desafiaron las políticas de la administración Reagan en América Central. Se alinearon con movimientos globales contrarios a la proliferación nuclear y levantando fondos para ayudar a refugiados centroamericanos, estableciendo el precedente de gobiernos municipales actuando en contra de la política exterior federal.

Este histórico patrón de resistencia urbana se repite hoy con Mamdani, quien declaró estar dispuesto a dialogar con Trump sobre el costo de vida, pero manteniendo su compromiso de actuar como “un escudo entre sus constituyentes y Trump” en temas donde el gobierno federal falla en representar los intereses de los neoyorquinos. La paradiplomacia de Mamdani representa un modelo potencialmente replicable para otras ciudades globales. California, a nivel estatal, ha abierto oficinas comerciales en México y negociado acuerdos comerciales bilaterales directos con países extranjeros. Se ha comprometido a cumplir los objetivos del Acuerdo de París sobre el clima después de que Trump retirara a Estados Unidos del tratado. Esta activación de alianzas subnacionales demuestra que los gobiernos locales pueden jugar roles significativamente mayores como socios que aportan conocimiento técnico en un orden internacional caracterizado por coaliciones pequeñas y ad hoc organizadas alrededor de objetivos específicos.
En América Latina, donde históricamente los gobiernos municipales progresistas han enfrentado presiones de gobiernos centrales autoritarios, el caso de Mamdani podría convertirse en una referencia sobre cómo las ciudades pueden actuar como contrapesos democráticos efectivos.
Un laboratorio para redefinir la política exterior local
La administración Mamdani pondrá a prueba si las ciudades pueden actuar como actores internacionales estables y no solo como espacios de resistencia política. Con Nueva York albergando la comunidad diplomática más grande del mundo, el nuevo alcalde tiene acceso a una plataforma única para proyectar su visión más allá de las fronteras estadounidenses. En un orden global cada vez más descentralizado, Nueva York podría convertirse en el laboratorio donde se redefine la frontera entre poder local y política exterior.
El desafío es considerable. Según el Banco Mundial, las ciudades concentran más del 80% del PIB global y se han convertido en espacios críticos de competencia geoeconómica entre grandes potencias. El experimento de Mamdani será observado de cerca por alcaldes, analistas y gobiernos nacionales en todo el planeta. Especialmente en América Latina, donde la búsqueda de modelos de gobernanza democrática resiliente frente a presiones autoritarias continúa siendo una prioridad, Nueva York podría ofrecer lecciones concretas sobre cómo las ciudades pueden usar su peso económico y simbólico como palancas de resistencia institucional.
Te puede interesar: Quién es Zohran Mamdani, el nuevo alcalde de Nueva York












