La primera ministra de Japón, Sanae Takaichi, evitó ratificar en el Parlamento la vigencia de los Tres Principios No Nucleares, al señalar que no puede “hacer una afirmación definitiva” sobre su inclusión en la próxima revisión de la estrategia de seguridad nacional. La ambigüedad de su respuesta reavivó el debate interno sobre la posibilidad de que Japón permita el ingreso de armas nucleares estadounidenses a su territorio, una medida históricamente vetada desde 1967.

Durante la sesión del 10 de noviembre, Takaichi sostuvo que el gobierno “sigue adhiriendo por ahora” a la política que prohíbe poseer, producir o introducir armas nucleares en Japón, pero se negó a garantizar que los tres principios sean preservados en el nuevo documento estratégico.
“No puedo hacer una declaración definitiva o decir que estará redactado de esa manera”, afirmó en respuesta a un legislador de la oposición.
Las declaraciones de la mandataria —conocida por su línea nacionalista dentro del Partido Liberal Democrático (PLD)— abrieron un nuevo frente de discusión en el marco de la revisión de la política de defensa y disuasión. En su libro publicado en 2024, antes de llegar al poder, Takaichi había calificado como “no realista” el principio que impide el ingreso de armamento nuclear estadounidense, argumentando que Washington podría requerirlo para mantener la disuasión frente a China y Corea del Norte.
La ambigüedad de Takaichi se produce en un momento de creciente presión regional. Con el aumento del arsenal nuclear chino y los ensayos balísticos norcoreanos, varios miembros del PLD sostienen que Japón debería autorizar la presencia temporal de armas nucleares estadounidenses, especialmente a bordo de submarinos o plataformas navales. “Estados Unidos debería poder traer armas nucleares a Japón como parte del paraguas disuasivo”, sostuvo un legislador del PLD citado por Reuters.

Según un informe de la misma agencia publicado en agosto, existe una disposición política y social en aumento para debatir el tema, pese al profundo tabú que rodea la cuestión nuclear en el único país del mundo que sufrió ataques atómicos —Hiroshima y Nagasaki en 1945—.
La coalición gobernante de Takaichi incluye al Partido de la Innovación de Japón (Ishin), que también ha manifestado apoyo a reconsiderar los tres principios. En contraste, los movimientos antinucleares japoneses advierten que cualquier flexibilización sería una traición al legado moral que Japón asumió tras la Segunda Guerra Mundial.
Grupos pacifistas y organizaciones civiles recordaron que Japón está moralmente obligado a mantener una postura de oposición a toda forma de armamento nuclear, incluyendo su presencia en territorio nacional. “Relajar el principio sería un precedente peligroso para la región”, señaló la Conferencia de Alcaldes por la Paz, con sede en Hiroshima.
No obstante, encuestas recientes muestran una tendencia hacia una mayor apertura en el debate sobre alternativas nucleares en el marco de la seguridad nacional. La combinación entre las tensiones geopolíticas en el Indo-Pacífico y la dependencia de la “paraguas nuclear” estadounidense podría acelerar una revisión doctrinaria sin precedentes desde la posguerra. El jefe de Gabinete Minoru Kihara evitó precisar la posición oficial de la primera ministra al ser consultado el 12 de noviembre, afirmando que el gobierno “se abstiene de hacer suposiciones en esta etapa”.
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