Rusia habría empleado en las últimas semanas el misil de crucero terrestre 9M729, conocido por la OTAN como SSC-8 “Screwdriver”, en ataques contra objetivos en Ucrania. Así lo confirmó el canciller ucraniano Andrii Sybiha, en declaraciones que también coinciden con reportes de analistas independientes y fuentes militares occidentales. Se trata del mismo sistema que en 2019 motivó la salida de Estados Unidos del Tratado sobre Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio (INF), uno de los pilares del control de armamentos de la Guerra Fría.
Según Sybiha, el empleo del 9M729 “demuestra el desprecio de Moscú por los esfuerzos diplomáticos de Washington para poner fin a la guerra”. El funcionario aseguró que el proyectil fue lanzado al menos 23 veces desde el 21 de agosto, cifra que habría sido corroborada por fuentes militares citadas por Reuters.
El 9M729, una versión modificada del 9M728 “Iskander-K”, puede alcanzar distancias muy superiores a los 500 kilómetros que fijaba el antiguo INF, llegando —según estimaciones del IISS— a más de 2.000 kilómetros de alcance. Este detalle fue precisamente el detonante del colapso del tratado en 2019, cuando Washington acusó a Moscú de desarrollar y desplegar un arma prohibida.
Uno de los misiles habría sido utilizado el 5 de octubre, alcanzando un blanco en el oeste de Ucrania tras recorrer 1.200 kilómetros, una cifra que confirmaría su capacidad de largo alcance. En esa oportunidad, un impacto en la localidad de Lapaiivka destruyó una vivienda civil y causó cuatro muertes. Restos del proyectil, marcados con la designación “9M729”, fueron analizados por expertos que confirmaron su correspondencia con este tipo de arma.
El misil que quebró el equilibrio estratégico
El Tratado INF, firmado en 1987 por Ronald Reagan y Mijaíl Gorbachov, prohibía los misiles balísticos y de crucero terrestres con rangos entre 500 y 5.500 km, tanto convencionales como nucleares. El desarrollo del 9M729 —que Rusia reconoció oficialmente en 2018— violaba esos límites, según Estados Unidos y la OTAN, motivo por el cual la administración Trump se retiró del acuerdo en 2019. Moscú negó las acusaciones y replicó que los sistemas estadounidenses Aegis Ashore en Europa también infringían el tratado, al poder lanzar misiles Tomahawk desde tierra.
El 9M729 Screwdriver se monta sobre un lanzador móvil de cuatro tubos (TEL), cuenta con una ojiva ampliada y un sistema de guiado mejorado respecto del modelo anterior, el 9M728 “SSC-7 Southpaw”. Su naturaleza móvil y su capacidad para operar desde el interior del territorio ruso le otorgan una ventaja táctica: puede disparar desde múltiples posiciones y rutas, dificultando su detección por las defensas ucranianas.
Para analistas del International Institute for Strategic Studies (IISS) y del Center for Strategic and International Studies (CSIS), el uso del 9M729 refleja tanto una necesidad operativa como una estrategia de señalización política. Por un lado, el Kremlin podría estar compensando la escasez de misiles Kalibr y Kh-101, afectados por las sanciones occidentales y la falta de componentes electrónicos avanzados. Por otro, su empleo envía un mensaje directo a la OTAN, al recordar que buena parte del territorio europeo se encuentra dentro del rango de alcance del sistema.
El hecho de que Moscú anunciara el 4 de agosto que ya no limitaría el despliegue de misiles de alcance intermedio refuerza la lectura de un cambio doctrinario: Rusia estaría dispuesta a integrar armamento antes restringido en su arsenal convencional de campaña, borrando las fronteras entre disuasión nuclear y operaciones tácticas.
Ucrania denuncia una escalada estratégica
Kyiv considera que el uso del 9M729 constituye una violación grave del derecho internacional y una amenaza para la estabilidad europea. Sybiha subrayó que el misil es “una muestra de desafío directo a Estados Unidos y a la comunidad internacional”.
La evidencia fotográfica compartida con Reuters y verificada por el académico Jeffrey Lewis (Middlebury College) apuntala esa afirmación: los restos coinciden con los marcadores y características físicas del Screwdriver, incluyendo el motor y el diseño del cuerpo.
Mientras tanto, Rusia guarda silencio. Ni el Ministerio de Defensa ni el Kremlin han emitido comentarios sobre las acusaciones. Sin embargo, los analistas observan que el uso de este tipo de armas se alinea con la lógica de ensayo operacional que Moscú viene aplicando: probar en Ucrania sistemas avanzados y enviar señales estratégicas a Occidente.
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