La tensión internacional volvió a repartirse entre varios frentes. En el Atlántico Sur, el Reino Unido completó nuevos ejercicios militares en las Islas Malvinas, con fuego real y operaciones anfibias, reafirmando su política de disuasión regional. En Buenos Aires, la llegada de Pablo Quirno a Cancillería consolidó un giro hacia una diplomacia económica alineada con Estados Unidos.
En el hemisferio norte, Rusia y Ucrania intensificaron ataques sobre infraestructura energética en plena antesala del invierno europeo, mientras en Asia crece la competencia tecnológica: Pekín avanza en la militarización de la inteligencia artificial y Washington busca una tregua comercial con China sin frenar la carrera estratégica.

América Latina también fue escenario de poder. Estados Unidos desplegó el portaaviones USS Gerald R. Ford en el Caribe y ejecutó un nuevo ataque naval contra una “narcolancha” en Colombia, lo que elevó las tensiones con Bogotá. En paralelo, Lula da Silva y Donald Trump reabrieron el diálogo bilateral con foco en energía y tierras raras, y Brasil vivió la operación policial más letal de su historia reciente en Río de Janeiro.

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