Una investigación del Center for Strategic and International Studies (CSIS) reveló que, tras los ataques conjuntos de Estados Unidos e Israel en junio, Irán no ha intentado reconstruir sus plantas nucleares destruidas, pero sí ha acelerado el desarrollo de una instalación subterránea secreta al norte de Isfahán.

El informe, basado en imágenes satelitales difundidas esta semana, muestra escasa actividad en los complejos de Fordow, Natanz e Isfahán, que fueron bombardeados en junio en el marco de la ofensiva que Israel justificó como una acción preventiva para frenar el desarrollo de armas nucleares por parte de Teherán.
Del daño visible a la actividad subterránea
Según el CSIS, las imágenes demuestran que los bombardeos detuvieron las operaciones de enriquecimiento de uranio en los principales centros iraníes. Sin embargo, el foco ahora se trasladó hacia una estructura conocida como “Pickaxe Mountain”, una instalación subterránea que comenzó a construirse en 2020 y que originalmente servía como sala de ensamblaje de centrifugadoras.
El nuevo informe indica que el sitio está siendo expandido y reforzado, posiblemente para albergar actividades de enriquecimiento encubiertas. “Sea cual sea la finalidad real, lo central es que la actividad creciente en Pickaxe Mountain apunta a la necesidad de mayor transparencia sobre las ambiciones nucleares de Irán”, advirtieron los investigadores del CSIS.
El legado de los ataques de junio
Los ataques del 22 de junio, liderados por bombarderos B-2 con capacidad bunker-buster, marcaron uno de los mayores golpes al programa nuclear iraní desde 2010. La ofensiva conjunta destruyó laboratorios de investigación, infraestructura militar y provocó la muerte de altos mandos y científicos vinculados al desarrollo nuclear.

Desde entonces, Irán ha prometido reconstruir su programa “con más fuerza”, aunque las evidencias satelitales muestran que Teherán prioriza instalaciones más profundas y menos detectables, en lugar de reparar las existentes.
El dilema de la verificación internacional
El director general del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), Rafael Grossi, confirmó que si bien Irán no está enriqueciendo activamente uranio, su stockpile —alrededor de 400 kilogramos enriquecidos al 60%— permanece dentro del país. “El material sigue allí, y necesitamos verificar que no esté siendo desviado hacia otros fines”, declaró Grossi ante la prensa en la sede de la ONU.
El OIEA enfrenta crecientes dificultades para acceder a los sitios nucleares iraníes desde que Teherán expulsó a los inspectores internacionales tras los bombardeos de junio.
Si Irán continúa limitando el acceso, podría ser acusado de violación del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP), un escenario que tanto Washington como Jerusalén consideran una línea roja.
Implicancias geopolíticas: Irán entre la resistencia y la supervivencia
Para Teherán, el programa nuclear representa una cuestión de soberanía nacional, un símbolo de resistencia frente a la presión occidental.
El discurso oficial sostiene que el país no busca un arma nuclear, sino la autosuficiencia energética y científica, pero los avances en infraestructura subterránea alimentan la desconfianza internacional.
Analistas advierten que Pickaxe Mountain podría convertirse en el nuevo corazón del programa nuclear iraní, un sitio inmune a los ataques convencionales y de difícil detección para los sistemas de inteligencia. La expansión de esta instalación podría también complicar cualquier negociación futura entre Estados Unidos e Irán, estancadas desde los ataques de junio. Una eventual reanudación del diálogo requerirá garantías de inspección verificables, algo que hoy parece políticamente inviable para ambos gobiernos.

La revelación del CSIS confirma un patrón que preocupa a las agencias occidentales: Irán no retrocede, se adapta.
En lugar de reconstruir lo destruido, el régimen opta por profundizar su infraestructura bajo tierra, desafiando los límites de la disuasión tradicional. La estrategia del “enriquecimiento oculto” convierte a la República Islámica en un actor impredecible dentro del tablero nuclear global, y pone a prueba la capacidad del OIEA y de la diplomacia internacional para evitar que el conflicto escale a un nuevo punto de no retorno.
Te puede interesar: Irán se despega definitivamente del acuerdo nuclear de 2015 y consolida un eje estratégico con Rusia y China












