Mientras el presidente ucraniano Volodímir Zelenski endurece su discurso contra Moscú y exige cortar las exportaciones de petróleo rusas, una nueva evaluación de los servicios de inteligencia de Estados Unidos sostiene que Vladimir Putin está más decidido que nunca a continuar la guerra. El informe, presentado a miembros del Congreso a mediados de octubre, descarta cualquier signo de disposición a negociar por parte del Kremlin, incluso en medio de las gestiones del presidente estadounidense Donald Trump para lograr un alto el fuego.

De acuerdo con la evaluación citada por NBC News, los organismos de inteligencia estadounidenses concluyen que Putin está más atrincherado política y militarmente que en cualquier otro momento desde el inicio de la invasión en febrero de 2022. A pesar de las enormes pérdidas humanas y las presiones económicas internas, el mandatario ruso considera que retroceder sería una derrota existencial.
El informe sostiene que Putin está dispuesto a mantener la ofensiva hasta consolidar el control de territorio ucraniano y ampliar su huella en la región, a fin de justificar el costo humano y financiero del conflicto.
Trump cambia el tono y aplica sanciones
En un gesto inusual, Donald Trump canceló su reunión con Putin en Budapest y anunció sanciones contra dos de las principales petroleras rusas. “Sentí que era el momento”, declaró el mandatario estadounidense. “Son sanciones tremendas, pero esperamos que no duren mucho tiempo. Esperamos que la guerra termine”.

Hasta ahora, Trump había evitado sancionar directamente al sector energético ruso, mientras insistía en su capacidad de “asegurar la paz en 24 horas”. Pero su paciencia parece agotarse: en los últimos días admitió frustración por la falta de avances en las conversaciones con Putin y por la negativa rusa a aceptar un alto el fuego inmediato.
Zelenski endurece el frente diplomático
En paralelo, Zelenski lanzó desde Kiev uno de los mensajes más duros del año. “Rusia debe terminar su guerra; de lo contrario, deben terminar sus exportaciones de petróleo”, afirmó el presidente ucraniano, alineándose con las sanciones anunciadas por Washington.
El líder ucraniano adelantó que su gobierno trabaja en un nuevo paquete de sanciones nacionales, que incluirá empresas vinculadas al complejo militar ruso, y que coordinará sus medidas con la Unión Europea en el marco de los paquetes 19° y 20° de sanciones.
Su objetivo: asfixiar la estructura económica que sostiene el esfuerzo bélico del Kremlin.

Con la economía rusa dependiendo en más de un 30 % de las exportaciones de hidrocarburos, los analistas coinciden en que el crudo se ha convertido en el nuevo frente estratégico del conflicto. El impacto inicial de las sanciones estadounidenses comienza a sentirse, pero el verdadero desafío es cerrar los canales de evasión: Turquía, India y China siguen comprando petróleo ruso a precios reducidos, proporcionando oxígeno financiero a Moscú.
Fuentes diplomáticas europeas sostienen que la combinación de sanciones, ataques ucranianos a refinerías rusas y presión internacional podría, a mediano plazo, alterar los cálculos del Kremlin. La lectura compartida por los servicios de inteligencia occidentales es clara: Putin no negocia desde la debilidad, sino desde la espera. Confía en el desgaste político de Occidente, en la fatiga de las opiniones públicas y en la fragmentación de los consensos europeos. Mientras tanto, Rusia mantiene sus exigencias maximalistas: desmilitarización de Ucrania, veto a su ingreso en la OTAN y exclusión de fuerzas de paz occidentales.
Dos estrategias enfrentadas
En este contexto, la posibilidad de una negociación efectiva parece distante. Zelenski, por su parte, apuesta a que las sanciones financieras y energéticas puedan forzar un cambio de equilibrio antes del invierno. La guerra entra así en una fase dual: mientras Kiev busca estrangular la economía rusa a través de sanciones, Moscú resiste militarmente y se atrinchera políticamente. Trump intenta presentarse como mediador, pero su margen de maniobra se achica entre la intransigencia rusa y la determinación ucraniana.
En palabras de un diplomático europeo citado por NBC News: “Putin no quiere paz; quiere tiempo. Zelenski no puede darle ninguna de las dos cosas.” El conflicto, lejos de agotarse, se redefine ahora en el terreno económico y energético, donde el petróleo parece ser —como advirtió el propio Zelenski— la nueva trinchera del siglo XXI.
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