El gobierno de la Vladímir Putin respondió con indignación ante las sanciones impuestas por la administración Donald Trump a las dos mayores compañías petroleras rusas, Rosneft y Lukoil. Estas medidas, anunciadas el 22 de octubre de 2025, constituyen la acción más dura de Estados Unidos contra Rusia desde el inicio de su segundo mandato.

En este sentido, la decisión llega en un contexto en que Estados Unidos pretende presionar a Rusia para que detenga su invasión a Ucrania, y marca una escalada notable en la estrategia de sanciones del gobierno norteamericano. Según el Departamento del Tesoro estadounidense, Rosneft y Lukoil representan cerca de medio por ciento de la producción mundial de petróleo y constituyen componentes clave de la financiación de la “máquina de guerra” rusa.
Las sanciones incluyen el congelamiento de activos en territorio estadounidense, la prohibición de que ciudadanos y empresas de EE. UU. hagan negocios con esas compañías y la amenaza explícita de sanciones secundarias a bancos e intermediarios que faciliten el comercio con las firmas rusas. El efecto inmediato en los mercados fue notable: los precios del petróleo Brent subieron más del 5 % tras el anuncio, y la bolsa de valores de Moscú cayó alrededor de un 3,6 %.

Por su parte, Putin calificó las sanciones como un “acto hostil” y advirtió que Rusia “no decidirá nada bajo presión”. Sin embargo, trató de minimizar su impacto en la economía rusa al afirmar que “no tendrán un impacto significativo en nuestra salud económica”. Pese a las declaraciones oficiales, analistas estiman que el verdadero daño dependerá de la implementación rigurosa de estas medidas y de la reacción de compradores clave de petróleo ruso, como China e India. No obstante, advierten que estas sanciones, por sí solas, probablemente no obliguen a Rusia a cambiar su política en Ucrania, pero sí elevan el costo económico y político de continuar con el conflicto.
La maniobra de Washington tiene además un impacto diplomático: la suspensión de la cumbre entre Trump y Putin en Budapest consolida el enfriamiento de las relaciones bilaterales. Mientras tanto, la Unión Europea anunció su décimo noveno paquete de sanciones que incluye prohibiciones a importaciones de gas natural licuado ruso (GNL) y restricciones a navíos “shadow fleet” que transportan crudo de Moscú.
Te puede interesar: Putin califica de “serias” las nuevas sanciones de Estados Unidos pero descarta un impacto significativo en la economía rusa













