El secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, afirmó que la administración del presidente Donald Trump no cambiará su política tradicional de apoyo a Taiwán como parte de las negociaciones comerciales en curso con China. Las declaraciones buscan disipar las especulaciones sobre un posible intercambio diplomático entre Washington y Pekín en el marco de la reanudación de su diálogo bilateral.

Durante una conferencia de prensa a bordo del avión oficial que trasladaba a la comitiva estadounidense entre Israel y Catar, Rubio señaló que “nadie está contemplando un acuerdo comercial que implique abandonar a Taiwán”. El funcionario agregó que Taipéi “tiene razones legítimas para preocuparse por la situación en la que se encuentra”, pero reiteró que la política estadounidense hacia la isla no está en discusión.
Un mensaje previo al encuentro Trump–Xi
Las declaraciones del secretario de Estado se producen días antes del encuentro entre Donald Trump y el presidente chino Xi Jinping, previsto en Corea del Sur, que marcará la primera reunión bilateral presencial desde el regreso de Trump a la Casa Blanca en enero.
Según fuentes diplomáticas citadas por Bloomberg y AFP, Xi habría insistido en que Washington declare formalmente su oposición a la independencia de Taiwán, un gesto que representaría un importante triunfo político para Pekín. La Casa Blanca, sin embargo, ha descartado de plano esa posibilidad.
Taiwán continúa siendo uno de los principales puntos de fricción en la relación entre ambas potencias, ya tensionada por disputas comerciales, transferencia de tecnología y derechos humanos.
El equilibrio entre comercio y seguridad
Aunque Rubio fue categórico, el propio Trump adoptó un tono más ambiguo cuando fue consultado por periodistas a bordo del Air Force One. “No quiero hablar de eso ahora; el viaje ya es bastante complejo”, dijo el mandatario, evitando pronunciarse sobre la posición estadounidense en torno a la isla.
Durante su campaña y los primeros meses de su nuevo mandato, Trump envió señales contradictorias sobre su compromiso con Taiwán, calificando a la isla tanto de “aliado estratégico” como de “competidor económico de alta tecnología”. Aun así, Washington mantiene a Taiwán como su principal socio militar en Asia, proveyéndole sistemas de defensa antiaérea, inteligencia y cooperación tecnológica.

Desde Pekín, el gobierno chino intensificó su presión diplomática sobre Washington para que abandone su tradicional política de “ambigüedad estratégica” y reconozca explícitamente que se opone a la independencia de Taiwán.
Xi Jinping ha reiterado en varias oportunidades que la “reunificación” es un objetivo histórico irrenunciable, y que no descarta el uso de la fuerza para lograrla. En paralelo, el Ejército Popular de Liberación ha incrementado sus maniobras aéreas y marítimas alrededor de la isla, con ejercicios que Washington considera provocaciones directas.
Un frente de tensión constante en el Indo-Pacífico
La cuestión taiwanesa se mantiene como uno de los ejes estratégicos más sensibles en el Indo-Pacífico, donde Estados Unidos, Japón y Australia refuerzan su cooperación militar bajo el marco del Quad, mientras China amplía su influencia naval y tecnológica.
Para los analistas, el mensaje de Rubio busca enviar una señal de estabilidad a los aliados de Washington en la región y reafirmar que la política hacia Taiwán no forma parte de la negociación comercial con Pekín, aun cuando Trump intenta reconstruir los canales económicos con China tras meses de tensión diplomática.
El secretario de Estado remarcó que “Taiwán seguirá contando con el respaldo de Estados Unidos”, un recordatorio que, a pocos días del encuentro Trump–Xi, subraya que el equilibrio entre pragmatismo económico y compromiso estratégico sigue siendo una de las mayores pruebas para la política exterior estadounidense.
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