El tablero global cerró una semana de definiciones con movimientos que combinan diplomacia congelada, ofensivas militares y advertencias políticas. En Europa, la esperada cumbre entre Donald Trump y Vladimir Putin en Budapest quedó postergada sin fecha, lo que revela un desacuerdo profundo sobre cómo terminar la guerra en Ucrania.

La Casa Blanca enfría el envío de misiles Tomahawk a Kiev tras una conversación directa entre ambos líderes, mientras Zelenski insiste en que Ucrania no aceptará cesiones territoriales. En Medio Oriente, el alto el fuego entre Israel y Hamás vuelve a tambalear: los ataques en Rafah y la presión de la ONU para garantizar acceso humanitario exponen la fragilidad del acuerdo.
En América, la escalada militar y política volvió a concentrar la atención. Estados Unidos realizó su octavo ataque naval contra una supuesta “narcolancha” en el Caribe, esta vez frente a la costa de Colombia, generando una fuerte reacción de Gustavo Petro por violación de soberanía.

Al mismo tiempo, Washington autorizó operaciones encubiertas de la CIA en territorio venezolano, mientras el shutdown federal continúa golpeando la economía estadounidense. En paralelo, Javier Milei cerró su visita a la Casa Blanca con respaldo político y expectativas económicas en construcción. Una semana que deja en claro que la tensión global ya no responde a fronteras, sino a una red de decisiones que se retroalimentan a escala planetaria.

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