El primer ministro británico Keir Starmer instó a los aliados occidentales a fortalecer la capacidad misilística de largo alcance de Ucrania, en un nuevo gesto de respaldo al gobierno de Volodímir Zelensky, en medio del recrudecimiento del conflicto con Rusia y del inicio del cuarto invierno de guerra.
Durante una reunión en Londres el 24 de octubre, celebrada en Downing Street, Starmer aseguró que “hay más por hacer en materia de capacidades, particularmente en las de largo alcance, y también en el trabajo vital de la coalición de voluntarios que buscan ofrecer garantías de seguridad a Ucrania”.

El encuentro se realizó en la antesala de la cumbre de la llamada “coalición de los dispuestos”, con la presencia del secretario general de la OTAN, Mark Rutte, la primera ministra de Dinamarca, Mette Frederiksen, y el primer ministro neerlandés, Dick Schoof, mientras que otros líderes —como el presidente francés Emmanuel Macron— participaron de forma virtual.
Una ofensiva diplomática en Londres
Zelensky fue recibido con un abrazo por el premier británico al llegar a Downing Street, en una jornada que coincidió con nuevas sanciones de Estados Unidos y la Unión Europea contra el sector energético ruso, medidas destinadas a debilitar la economía de guerra de Moscú.
Antes del encuentro, el presidente ucraniano mantuvo una audiencia con el rey Carlos III en el Castillo de Windsor, la tercera en lo que va del año. La recepción, acompañada por el himno nacional ucraniano, buscó proyectar la continuidad del apoyo político y simbólico del Reino Unido a Kiev.

En paralelo, Londres reafirmó su intención de “acelerar el suministro de misiles antiaéreos”, con un objetivo de más de 5.000 armas entregadas, incluyendo unas 140 unidades de misiles ligeros multirrol durante el invierno boreal, según informó Downing Street.
Armas, sanciones y financiación para Kiev
La posición de Starmer coincide con la presión de los socios europeos y norteamericanos para ampliar el alcance ofensivo de las fuerzas ucranianas y mantener su capacidad de disuasión frente a la campaña aérea rusa, que esta semana volvió a golpear la infraestructura energética de Ucrania con drones y misiles.
La Unión Europea, por su parte, dio nuevos pasos hacia un mecanismo de financiación plurianual para sostener la defensa ucraniana, aunque sin aprobar todavía el plan de un “préstamo de reparaciones” respaldado por los activos rusos congelados desde 2022. La Comisión Europea calcula que unos 200.000 millones de euros del Banco Central ruso permanecen bloqueados en entidades financieras del bloque, principalmente en Bélgica.
Pese a la falta de consenso jurídico, Zelensky celebró la decisión del Consejo Europeo del 23 de octubre como “una señal política clara” en favor de utilizar esos fondos para mantener a Ucrania en la lucha.
Londres pide “terminar el trabajo” con los activos rusos
Durante la cumbre, Starmer instó a los líderes europeos a “terminar el trabajo con los activos soberanos rusos” y liberar recursos que puedan financiar el esfuerzo defensivo ucraniano. Según Downing Street, el Reino Unido busca coordinar un marco legal conjunto con Bruselas y Washington que permita usar los intereses generados por los activos congelados, evitando una confiscación directa que podría vulnerar el derecho internacional financiero.

La iniciativa coincide con el endurecimiento de la postura de Washington tras la frustrada reunión entre Trump y Putin en Alaska, que no logró avances en materia de alto el fuego. Estados Unidos, sin embargo, se ha negado hasta ahora a entregar misiles Tomahawk a Kiev, priorizando un nuevo frente diplomático con Moscú tras el reciente acuerdo de alto el fuego en Gaza.
El largo alcance de la guerra
El Reino Unido y Francia ya proveen a Ucrania de misiles Storm Shadow y Scalp, mientras Kiev produce sus propios sistemas de alcance medio, como los Flamingo y Neptune. No obstante, Ucrania sigue presionando a Alemania para acceder a los misiles Taurus, capaces de alcanzar objetivos a más de 500 kilómetros, algo que Berlín continúa resistiendo por temor a una escalada con Rusia.
El pedido británico de reforzar las capacidades ucranianas llega en un momento en que la guerra se prolonga por cuarto invierno consecutivo, con ataques masivos rusos sobre el sistema energético y una defensa ucraniana cada vez más dependiente del apoyo occidental.
En Londres, la fotografía del abrazo entre Starmer y Zelensky buscó transmitir que el respaldo británico sigue firme y que la coalición de aliados “dispuestos” aún considera que el tiempo puede jugar a favor de Kiev —si logra mantener la resistencia y la cohesión internacional frente a Moscú.
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