El Reino Unido avanza en una nueva campaña científica de investigación marina y ambiental en el Atlántico Sur, articulando operaciones entre las Islas Malvinas y el puerto de Montevideo. La misión, impulsada por el British Antarctic Survey (BAS), busca monitorear ecosistemas oceánicos y el impacto del cambio climático en las rutas marítimas del sur del Atlántico, aunque también reaviva el debate geopolítico sobre la proyección británica en la región.

La iniciativa forma parte de un programa de cooperación científica del Reino Unido que, según fuentes oficiales, tiene como objetivo el “intercambio de información oceanográfica y climática”. Sin embargo, su despliegue logístico a través de Uruguay —particularmente de Montevideo como punto de apoyo de buques británicos y de las Malvinas— despierta lecturas más amplias: una consolidación de la infraestructura británica en el Atlántico Sur, en un contexto de creciente competencia científica y estratégica.
Montevideo, el nuevo eje logístico británico en el Atlántico Sur
El puerto de Montevideo se ha convertido en un centro recurrente de abastecimiento y recambio de tripulación para embarcaciones vinculadas al BAS y a la administración de las Islas Malvinas. Esta dinámica no es nueva, pero se ha intensificado en los últimos años gracias a los convenios portuarios y la infraestructura disponible en Uruguay.
Según analistas consultados por El Estratégico, esta tendencia “posiciona a Montevideo como el principal nodo logístico del Reino Unido en el Atlántico Sur, desplazando parcialmente el rol que en otras décadas tuvo Ciudad del Cabo o incluso las bases propias de Malvinas”. El movimiento también responde a una lógica de “proyección científica dual”, donde la cooperación ambiental puede solaparse con intereses estratégicos de vigilancia marítima y control de rutas australes.
Ciencia y estrategia: la proyección británica en el Atlántico Sur
El discurso británico subraya el componente ambiental y de investigación. No obstante, la coincidencia entre infraestructura científica y defensa es una constante en la política exterior del Reino Unido en el Atlántico Sur. Los buques de investigación del BAS operan bajo estándares navales y mantienen comunicación con instalaciones logísticas de las Fuerzas Armadas británicas.

En paralelo, Londres impulsa la “diplomacia científica” como mecanismo para sostener su presencia en territorios de interés geoestratégico, especialmente en torno a las Malvinas, la Antártida y el corredor bioceánico. Montevideo, por su cercanía, estabilidad política y neutralidad histórica, se integra de manera funcional a ese esquema.
Implicancias regionales y proyección futura
Para América del Sur, la consolidación de este eje Malvinas–Montevideo plantea desafíos de soberanía y equilibrio regional. Mientras Argentina mantiene su reclamo sobre las islas, el uso del puerto uruguayo por parte del Reino Unido genera debates sobre la neutralidad de Uruguay y su papel en la gobernanza del Atlántico Sur.
La campaña científica británica —presentada como ambiental— revela, en última instancia, la dimensión estratégica del conocimiento en los océanos australes, donde los datos sobre corrientes, clima y biodiversidad se transforman en instrumentos de poder.
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El mismo poder tenemos no sobre las islas pero sí sobre nuestro territorio continental y mar circundante, Argentina es un país vasto que el RU deberá tener como vecino, según sus propias palabras. Es conveniente llevarse bien con los vecinos y por sobre todas las cosas “respetarlos” porque quieran o no nosotros no dejaremos nuestros legítimos territorios. Deberá entonces la diplomacia inglesa que los caracteriza instrumentar y practicar la buena vecindad para una convivencia pacífica con un “vecino” grande e importante, que “no olvidará ni dejará de reclamar nunca” la parte de su territorio insular que le fue invadido y sustraído por la fuerza.