La proyección británica en el Atlántico Sur se apoya cada vez menos en declaraciones diplomáticas y cada vez más en una arquitectura logística discreta pero eficaz. En ese tablero, Montevideo ha vuelto a convertirse en una pieza clave, consolidándose como el puerto de soporte operativo más estable que utiliza Londres en la región para sostener su presencia en las Islas Malvinas y, en menor medida, en las rutas vinculadas a la Antártida.

Lejos de movimientos espectaculares, se trata de una acumulación estratégica: escalas periódicas de unidades logísticas, contratos de servicios portuarios, mantenimiento técnico especializado y facilidades para rotación de tripulaciones. Uruguay ha logrado ofrecer un ecosistema portuario funcional, previsible y políticamente neutro, cualidades que resultan críticas para cualquier potencia extrarregional que proyecte capacidades en entornos geográficos distantes y estratégicamente sensibles.
Montevideo como “colchón logístico estratégico”
El rol uruguayo excede hoy el de simple punto de abastecimiento. Montevideo opera como colchón logístico: absorbe contingencias operativas mientras permite a Londres mantener un flujo de apoyo constante hacia el Atlántico Sur sin aumentar su visibilidad internacional. Esa capacidad de amortiguar riesgos reduce la dependencia británica de un único nodo logístico y, al mismo tiempo, fortalece su profundidad estratégica en la región.
Los servicios que ofrece el puerto —provisión, mantenimiento naval, bunkering, gestión de contenedores y servicios especializados— sostienen la continuidad operativa del Reino Unido con mínima exposición pública. Esto explica por qué, pese a las tensiones diplomáticas periódicas con Argentina, Montevideo conserva un vínculo pragmático con Londres, especialmente en áreas de cooperación marítima y regulatoria.
Impacto estratégico para Argentina
Desde Buenos Aires, esta evolución logística no debería verse como una anécdota portuaria, sino como parte de una reconfiguración operacional de largo plazo en el Atlántico Sur. La consolidación de Montevideo como plataforma de soporte británica produce tres efectos relevantes:
- Reduce el costo estratégico de sostener la presencia militar en Malvinas.
- Agrega redundancia logística al esquema británico, lo que disminuye la capacidad argentina de influir sobre las líneas de sostenimiento en el Atlántico Sur.
- Normaliza la proyección del Reino Unido en la región, enmarcándola bajo una narrativa de “actividades logísticas regulares”, lo que limita el espacio de reacción diplomática argentina.
El hecho central es que la disputa ya no solo se juega sobre las islas, sino sobre las redes de apoyo que las hacen sostenibles. La logística es parte del conflicto estratégico, aunque pocas veces sea discutida como tal.
Oportunidades y límites para la política argentina
Si Argentina pretende recuperar margen de acción, deberá abandonar la reacción episódica y construir una estrategia marítima integral. El primer paso es reconocer que el Reino Unido está operando una lógica de nodos y redes, mientras que Buenos Aires sigue enfocada en declaraciones políticas desalineadas del terreno operativo.

Una alternativa viable pasa por competir logísticamente sin confrontar directamente a Uruguay, fortaleciendo el eje Bahía Blanca – Comodoro Rivadavia – Ushuaia como corredor marítimo funcional para pesca, energía offshore, logística antártica y patrullaje naval. Paralelamente, el país podría reinsertarse en los foros marítimos del Atlántico Sur con una narrativa renovada: no ya la denuncia aislada, sino la defensa del orden marítimo regional y la transparencia operativa en zonas de interés común.
Soberanía en pausa
La creciente relevancia de Montevideo como nodo logístico británico confirma una verdad estratégica: el poder en el Atlántico Sur no depende solo de posiciones territoriales, sino de quién controla los flujos que las conectan. Mientras Londres construye pacientemente una red logística eficiente y políticamente blindada, Argentina sigue sin una estrategia marítima coherente.
La disputa por la influencia en el Atlántico Sur está abierta. Pero hoy, más que nunca, la ventaja la tiene quien diseña la red, no quien emite el discurso.
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Indudablemente que los países que asisten al RU en la región reciben beneficios, ya sean comerciales, estratégicos y sobre todo militares. Inglaterra no escatima dádivas de armas, embarcaciones, etc. que descarta de su sistema de defensa por ser material obsoleto y encima les vende a Brasil, Uruguay y Chile. Demás está decir las pretensiones que tienen estos tres países sobre la Antártida, obviamente se unirán al fuerte no al débil para lograr sus propósitos.
Ni siquiera el Presidente de Argentina parece muy preocupado por este tema. Además, si está tan alineado con Trump, ya sabemos del vínculo sólido que une EEUU y Reino Unido.
Mucha zarasa pero lo que buscan es que los britanicos usen puertos argentinos, eso si es reconocer la soberania britanica en el Atlantico Sur. Dejen de demonizar paises vecinos que hacen lo que desearian hacer ustedes.
Pablo ¿Ud. es uruguayo?, pica pica….
Uruguay debe su independencia a Argentina cuando ganamos la guerra con Brasil.
Queres que Argentina sea el cipayo, por que en el articulo dice que buscan que esa logistica se haga por puertos argentinos.
Por supuesto que debe ser por puertos y aeropuertos continentales argentinos en dirección a Puerto Argentino, capital de las Islas Malvinas, legítimo territorio insular argentino.