El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció este domingo la suspensión total de la asistencia económica y militar a Colombia, hasta ahora uno de los principales aliados de Washington en América Latina. La decisión abre una crisis diplomática de alto impacto regional y se produce en medio de crecientes tensiones entre Trump y el presidente colombiano Gustavo Petro.

En una serie de mensajes publicados en X (Twitter), Trump acusó a Petro de “fomentar la producción masiva de drogas” y lo calificó como “un líder del narcotráfico”. Además, amenazó con una intervención directa: “Mejor que cierre esos campos de muerte inmediatamente, o Estados Unidos los cerrará por él, y no será de manera amable”.
La medida implica el fin inmediato de todos los desembolsos de cooperación hacia Bogotá, que sumaron US$ 377,5 millones en 2024 y una cifra similar prevista para 2025. Colombia es el país que más financiamiento recibe de Estados Unidos en la región y fue designado aliado principal no-OTAN en 2022.
Una rápida escalada
La ruptura no es un hecho aislado. Es el punto más alto de una escalada de tensión que crece desde hace meses. Trump revocó la visa de Petro en septiembre, tras sus críticas a la guerra en Gaza. El mandatario colombiano llamó públicamente a los militares de EE.UU. a desobedecer órdenes de Trump: “Obedezcan a la humanidad, no al genocidio”.

El viernes, Petro acusó a Estados Unidos de matar a un pescador colombiano durante un ataque naval contra una embarcación en aguas del Caribe. Washington realiza una operación militar “antinarcóticos” con fuerte presencia naval frente a Venezuela, lo que en la región se interpreta como preparación para un eventual conflicto con Maduro.
¿Por qué es grave?
La decisión reconfigura el equilibrio de poder en Sudamérica. Colombia era considerado el pilar militar de Estados Unidos en la región, clave para inteligencia, operaciones contra el narcotráfico y contención estratégica de Venezuela, Cuba y Nicaragua.
Sin esa alianza, Washington pierde a su mayor socio en el continente frente a Caracas. Además, Petro podría profundizar su acercamiento a Brasil, México y China. Sin dudas, se abre una grieta en la seguridad continental: cooperación militar, intercambio de inteligencia y operaciones conjuntas quedan congeladas.

Colombia podría verse obligada a buscar financiamiento y asistencia militar alternativa. Desde Bogotá, Petro respondió inmediatamente: “Promover la paz en Colombia no es narcotráfico. Trump está engañado”. “Funcionarios del gobierno de Estados Unidos han cometido un asesinato en aguas colombianas. Han violado nuestra soberanía”, afirmó.
El presidente colombiano insiste en que la prioridad de su política de seguridad es reducción de violencia y sustitución voluntaria de cultivos, en lugar de la estrategia militarizada histórica apoyada por Washington.
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