El comercio internacional está experimentando una transformación estructural: países que hasta hace poco mantenían una dependencia marcada de los mercados estadounidenses ahora están reconfigurando sus alianzas comerciales, diversificando sus cadenas de suministro y buscando socios alternativos para amortiguar los efectos de los aranceles más elevados en décadas impuestos por Washington. Según informes en medios como Bloomberg, aunque EE.UU. adoptó una postura proteccionista, el comercio global no se está estancando, sino adaptando. Por ejemplo, el 85 % del comercio mundial estaría fluyendo ahora por canales distintos al tradicional, Estados Unidos–socios directos.

En este sentido, los cambios se refleja en movimientos concretos, por ejemplo, Canadá comenzó a importar automóviles desde México en lugar de EE. UU., mientras China intensificó sus compras de soja en América del Sur. Al mismo tiempo, India y China reanudaron vuelos directos y comercio de tierras raras tras años de relaciones congeladas, evidenciando que incluso competidores históricos están priorizando la cooperación económica frente a las tensiones políticas. Estas dinámicas no solo muestran flexibilidad comercial, sino también una búsqueda activa de resiliencia ante el vaivén estadounidense.

Los datos respaldan esa tendencia. La Organización Mundial del Comercio (OMC) elevó recientemente su pronóstico de crecimiento del comercio de bienes para 2025 al 2,4 %, frente al 0,9 % previo, lo que sugiere que la reorientación no está generando contracción, sino un nuevo impulso comercial. En paralelo, los datos comerciales chinos de agosto exhibieron una caída del 33 % en exportaciones hacia EE.UU., pero aumentos del 23 % al Sudeste Asiático, del 10 % hacia la UE y del 26 % hacia África, una señal clara de redirección de flujos.
La logística marítima también busca alternativas por fuera de EE.UU.
Otra manifestación visible es la logística marítima: operadores portuarios como International Container Terminal Services (Filipinas) reportan mayor volumen de cargas apuntando a destinos que no sean EE.UU. a medida que las rutas comerciales se reequilibran. En este escenario, rutas Asia–Europa y Asia–África crecen con fuerza frente al declive del corredor transpacífico EE.UU.–Asia.

El bloque europeo también está actuando con rapidez. La Unión Europea avanza con acuerdos largamente esperados, como el acatamiento del tratado Mercosur tras décadas de espera, y reaviva negociaciones con Indonesia, Australia y otros socios. Esta agenda de expansión refleja el impulso europeo por reducir puntos de vulnerabilidad comercial frente a las fracturas geopolíticas. Pero el cambio no es homogéneo: los países más pequeños enfrentan mayores riesgos en este nuevo orden, dado que podrían perder su apego al sistema multilateral y quedar marginados en un mundo más fragmentado.
La tecnología, otro elemento clave en el comercio global
En el frente tecnológico, un elemento clave es el comercio asociado a la inteligencia artificial (IA). La OMC proyecta que la incorporación de IA en las cadenas globales podría elevar el comercio mundial entre 34 % y 37 % hacia 2040. Esto sugiere que los países que logren posicionarse en tecnologías críticas lograrán no solo adaptarse al cambio, sino liderarlo. En conjunto, la tendencia apunta a un comercio global más multipolar, en el cual la dependencia de Estados Unidos deja de ser un eje central, y los países tratan de jugar múltiples cartas para asegurar su inserción en distintas redes de comercio, inversión y suministro.
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