China volverá a dirimir su plan a cinco años con un nuevo pleno del Comité Central del Partido Comunista, en un momento donde el gigante asiático navega un mundo convulsionado por conflictos políticos, bélicos y comerciales.
Su propia economía ha experimentado turbulencias en estos cinco años, marcados por el crecimiento económico, pero también por la deflación productiva, la crisis del sector inmobiliario y la deuda municipal creciente, la sobrecapacidad industrial y un desempleo récord entre los jóvenes.

La tensión por la guerra arancelaria que libra el Estados Unidos de Donald Trump contra China también afectan sus indicadores y condicionan el trazo de las políticas para los próximos cinco años, un plazo que de cualquier manera excede los mandatos presidenciales de su principal competidor global.
El encuentro se producirá entre el 26 y el 30 de octubre, mientras que el documento final será aprobado cuando se reúna el Congreso Nacional del Pueblo en su sesión anual del año entrante.
Qué se puede esperar del nuevo congreso del Partido Comunista Chino
El plan 2026-2030 va a ser el 15° plan quinquenal desde que China adoptó este marco de acción política en la década del 50. El Congreso anterior prometió “apalancar el rol fundamental del consumo en la estimulación del desarrollo económico”, mientras que el 13° plan quinquenal chino tomó como mandato “el crecimiento de la contribución del consumo al crecimiento económico”.

El año pasado, como parte de estas promesas, el estado chino instrumentó subsidios a la compra de bienes, beneficios para las infancias y aumentos en las jubilaciones mínimas. Además, un reciente fallo de la Corte Suprema Popular de China dispuso como obligatorias las contribuciones a la seguridad social para empleadores y trabajadores, lo que prepara el terreno para más beneficios en esta área en el futuro.
Por otro lado, un discurso del presidente Xi Jinping publicado en la prensa china en julio enfatizó que el mundo atraviesa cambios no vistos en un siglo, que llevan a que “la revolución tecnológica y la competición de las potencias estén cada vez más entrelazadas. En este escenario, Xi pidió a la nación asegurar la “posición de altura estratégica” en la carrera tecnológica global. Hay que recordar que, aunque China tiene cadenas de suministro locales para buena parte de sus industrias, todavía le falta alcanzar esta capacidad en tecnologías de frontera como los semiconductores -uno de los campos donde Estados Unidos busca apretar sus tornillos- y la aviación, entre otros.

En estas dos puntas se avizoran las necesidades contradictorias del régimen chino: mejorar su productividad al mismo tiempo que impulsan la demanda. Ocurre que destinar dinero estatal al avance productivo ha acabado por desbalancear la demanda de los sectores medios y bajos chinos, una amenaza no inminente pero sí existencial para el modelo económico de Beijing.
Tal vez por esta encrucijada, los analistas de la banca de inversión Morgan Stanley anticiparon que el documento final que emergerá del congreso contendrá “un marco normativo centrado en la tecnología y las cadenas de suministro, con un foco incremental en los beneficios sociales”. En consecuencia, advierten que “la reflación decisiva sigue siendo esquiva en 2026”.
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