El Director General de la inteligencia británica MI5, Sir Ken McCallum, reveló que su agencia frustró un complot de origen chino contra el Reino Unido “la semana pasada”. La revelación, realizada durante su discurso anual sobre el estado de las amenazas a la nación, llega en un momento de máxima tensión política y sirve de telón de fondo para su igualmente explosiva admisión de “frustración” por el reciente colapso de un caso judicial de alto perfil contra dos presuntos espías de Pekín.
El discurso de McCallum en la sede del MI5 no fue una simple enumeración de amenazas, sino una intervención calculada en medio de una tormenta política que enfrenta al gobierno laborista de Keir Starmer con la oposición conservadora. El director de la principal agencia de contrainteligencia británica navegó en aguas peligrosas, validando la existencia de una amenaza china “diaria” y, al mismo tiempo, exponiendo las disfunciones del sistema político-judicial que parecen obstaculizar la capacidad del Estado para enfrentarla.

Una crisis política y judicial sin precedentes
El epicentro de la controversia es el colapso del juicio contra Christopher Cash, un ex investigador parlamentario, y el académico Christopher Berry, ambos acusados bajo la Ley de Secretos Oficiales de espiar para China. El caso fue desestimado por el Servicio de Fiscalía de la Corona (CPS) argumentando que no se pudo obtener evidencia gubernamental que calificara formalmente a China como una amenaza a la seguridad nacional.
Esta decisión desató una feroz batalla política. Los conservadores acusan al gobierno de Starmer de permitir el colapso del caso para no dañar las relaciones económicas con Pekín. Downing Street, a su vez, culpa al anterior gobierno tory, bajo cuyo mandato se formuló la política que definía a China como un “desafío que define una época” en lugar de una “amenaza” directa.

En este contexto, la frustración expresada por McCallum es de una importancia capital. “Por supuesto que me siento frustrado cuando las oportunidades de enjuiciar actividades que amenazan la seguridad nacional no se llevan a cabo, por la razón que sea”, declaró. Sin embargo, en un movimiento que subraya la primacía de la acción encubierta sobre el proceso judicial, añadió: “Quiero recordarles a todos que, en el caso particular que estoy seguro que todos tienen en mente, la actividad fue desbaratada. El trabajo distintivo del MI5 es detectar y desbaratar la amenaza… y estoy satisfecho con cómo mis equipos han estado haciendo eso”.
El espectro de las amenazas estatales: China, Rusia e Irán
Más allá de la crisis interna, McCallum pintó un sombrío panorama del ecosistema de amenazas que enfrenta el Reino Unido, describiéndolo como el “mayor cambio en la misión del MI5 desde el 11-S”. Confirmó que las investigaciones sobre amenazas estatales han aumentado un 35% en el último año.
Sobre China, fue categórico: “Los actores estatales chinos presentan una amenaza a la seguridad nacional del Reino Unido, por supuesto que sí, todos los días”. Detalló que estas operaciones hostiles van desde el ciberespionaje y la transferencia clandestina de tecnología hasta la interferencia en la vida pública y la intimidación de disidentes en suelo británico.
Rusia e Irán también ocupan un lugar prioritario en la agenda del MI5. McCallum advirtió sobre la creciente utilización por parte de Moscú de “proxies” o intermediarios —como los tres ciudadanos búlgaros condenados recientemente— a los que calificó de instrumentos desechables que serán “abandonados” por el Kremlin una vez capturados. Respecto a Irán, reveló una cifra alarmante: el MI5 ha rastreado más de veinte complots potencialmente letales respaldados por Teherán en el último año.
Paralelamente a la guerra de sombras con actores estatales, el frente interno no ofrece respiro. McCallum confirmó que las redes terroristas como Al-Qaeda e ISIS se están fortaleciendo de nuevo, aprovechando la inestabilidad global para establecer bases más firmes y alentar ataques en Occidente.
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