La posibilidad de que Estados Unidos entregue misiles de crucero Tomahawk a Ucrania desató una nueva escalada diplomática entre Moscú y Kiev. Mientras el Kremlin habló de un “momento extremadamente dramático”, el presidente ucraniano Volodímir Zelenski consideró que el propio temor ruso demuestra la eficacia del apoyo occidental para alcanzar la paz.
Moscú: “Un error que podría tener consecuencias irreparables”
El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, advirtió este domingo que el eventual envío de misiles Tomahawk “genera extrema preocupación” y que el conflicto “ha entrado en una fase de máxima tensión”.
“Imaginen un misil de largo alcance volando y sabiendo que podría ser nuclear. ¿Cómo debería reaccionar Rusia? Los expertos militares en Occidente deberían entender las implicaciones”, señaló Peskov, recordando que algunas versiones del Tomahawk tienen capacidad nuclear según el Congreso estadounidense.
El funcionario insistió en que la transferencia de estos misiles marcaría “una nueva etapa de escalada cualitativa” y reiteró la posición de Vladímir Putin, quien sostuvo que su uso “solo sería posible con la participación directa de personal militar estadounidense”.
Zelenski: “El miedo ruso es una señal de que la presión funciona”
Horas después, Zelenski respondió en su mensaje vespertino que Moscú “teme la posibilidad de que Estados Unidos nos provea Tomahawks, y ese temor es una señal de que la presión puede ser efectiva para alcanzar la paz”.

El mandatario confirmó que mantuvo dos conversaciones telefónicas consecutivas con Donald Trump, en las que se discutió el refuerzo de las capacidades defensivas ucranianas —incluyendo sistemas Patriot, HIMARS y misiles de largo alcance— además de cooperación en materia energética.
“Estamos trabajando estrechamente con Estados Unidos para fortalecer nuestra defensa aérea y nuestras operaciones activas. Hemos avanzado también en el frente de Zaporiyia, donde nuestras fuerzas liberaron nuevas posiciones”, afirmó Zelenski.
Avances en el frente sur
Mientras se intensificaba la disputa diplomática, las fuerzas ucranianas recapturaron la aldea de Mali Shcherbaky, en la región de Zaporiyia, una de las zonas más disputadas del frente sur.
El Batallón de Asalto “Aidar” y el 33.º Regimiento de Asalto lograron avanzar 3,5 kilómetros en profundidad y más de 5 kilómetros a lo largo del frente, según el coronel Valentyn Manko, jefe de las Fuerzas de Asalto de Ucrania.
El comandante en jefe Oleksandr Syrskyi aseguró que el contraataque en Dobropillia y Donetsk continúa activo, con más de 180 kilómetros cuadrados liberados.
Contexto: Trump ante una decisión clave
El presidente Donald Trump reconoció el 6 de octubre que ya tiene “una decisión casi tomada” sobre el envío de misiles Tomahawk, aunque aclaró que necesita conocer los fines específicos de su uso para evitar una escalada directa con Rusia.

Los Tomahawk son misiles de crucero subsónicos de largo alcance (1.600 a 2.500 km) diseñados para ataques de precisión. Su eventual incorporación daría a Ucrania capacidad de golpear objetivos en profundidad dentro del territorio ruso, incluso en Siberia.
Implicaciones geopolíticas
El debate sobre los Tomahawk expone el dilema central de la guerra: mientras Occidente busca fortalecer la posición ucraniana para forzar negociaciones, Moscú advierte que cualquier paso en esa dirección equivale a cruzar una línea roja estratégica.
La tensión actual marca uno de los puntos más críticos desde el inicio de la invasión en 2022 y redefine los límites de la guerra por delegación (proxy war) entre Rusia y Estados Unidos en territorio ucraniano.
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