La OTAN debate un giro en su postura para responder a incursiones de aviones rusos en el espacio aéreo europeo, evaluando desplegar drones armados y flexibilizar las reglas de enfrentamiento tras una seguidilla de violaciones, enjambres de UAV y presuntos actos de sabotaje. La discusión, iniciada por aliados del flanco oriental y respaldada por Francia y Reino Unido, incluye permitir que pilotos abran fuego contra aeronaves hostiles que traspasen fronteras, así como soluciones más costo-efectivas frente al uso masivo de drones.
Por qué la NATO discute nuevas reglas de enfrentamiento
En este contexto, las conversaciones entre los aliados apuntarían a un paquete de medidas: distender reglas de enfrentamiento para que los pilotos puedan abrir fuego ante intrusiones claras, armar drones hoy empleados principalmente para vigilancia y reforzar misiones como Eastern Sentry y Baltic Sentry que protegen el espacio aéreo crítico de Europa. La premisa estratégica radica en robustecer la disuasión ante aviones rusos y resolver la desventaja de costos que supone despegar cazas cada vez que un enjambre de UAV irrumpe sobre infraestructuras o zonas fronterizas.

La coyuntura inmediata incluye el derribo de drones rusos por parte de Polonia, el primer enfrentamiento directo de un miembro de la alianza en este ámbito, y la violación del cielo estonio por MiG-31, episodios que motivaron advertencias formales de la OTAN y elevaron la urgencia de un marco común de respuesta. En paralelo, Bruselas califica la tendencia como guerra híbrida y avanza en su propia agenda anti-UAV, mientras varias capitales estudian habilitar a sus fuerzas para neutralizar aparatos hostiles en áreas sensibles.
La ventana de negociación se achica entre Moscú y Kiev
Tras la cumbre Trump-Putin en Anchorage el pasado 15 de agosto, Moscú admitió que el impulso hacia acuerdos se ha visto mayormente socavado, responsabilizando a Europa por el estancamiento. Horas después, el propio Kremlin intentó matizar ese pesimismo, reflejando mensajes cruzados en Moscú y un terreno diplomático resbaladizo. En paralelo, el debate en Washington sobre enviar misiles de crucero Tomahawk, que Putin calificó como un nuevo nivel de escalada, mantiene alta la temperatura estratégica, mientras la guerra sigue con ataques a infraestructura energética ucraniana y drones intercetados a diario a ambos lados de la frontera.

En Europa, estas dinámicas alimentan la tesis de guerra híbrida: incursiones aéreas y enjambres de UAV sobre espacio aéreo aliado (Polonia, Estonia, Rumania, Bélgica, Dinamarca y Alemania) aceleraron iniciativas como Baltic Sentry y Eastern Sentry, y ahora abren paso a discutir reglas de enfrentamiento más flexibles y el despliegue de drones armados para cerrar la brecha costo-operativa. Con la vía diplomática trabada y la presión aérea sostenida, la OTAN evalúa mover el umbral de respuesta para restaurar la disuasión.
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