Una nueva encuesta en Israel revela que el 66% de los ciudadanos considera que ha llegado el momento de poner fin a la guerra en Gaza, mientras crece la presión para que el primer ministro Benjamin Netanyahu renuncie. Según el sondeo del Israel Democracy Institute (IDI), el principal motivo detrás del deseo de paz es el riesgo que enfrentan los rehenes aún retenidos por Hamas, mientras que un 45% de los encuestados opina que Netanyahu debería dejar el cargo de inmediato. El sondeo coincide con el inicio de las negociaciones en Egipto para implementar el plan de paz propuesto por Estados Unidos, que busca liberar a los 48 rehenes restantes y poner fin al conflicto.
El costo humano y político del prolongado conflicto
El estudio del Israel Democracy Institute refleja un cambio de ánimo significativo en la sociedad israelí: dos tercios de los encuestados creen que la guerra en Gaza debe concluir, un aumento de 13 puntos respecto al año anterior. El principal argumento, citado tanto por ciudadanos judíos como árabes, es la preocupación por la seguridad de los rehenes, que continúa siendo un punto de dolor nacional. Entre los que apoyan la continuación del conflicto, el 56% sostiene que la ofensiva debe proseguir para eliminar a Hamas, mientras que un 28% cree que seguir combatiendo es clave para liberar a los cautivos.

El sondeo también evidencia la erosión del consenso político en torno a la guerra. Mientras el gobierno intenta avanzar en el plan de paz de Donald Trump, que prevé el intercambio de prisioneros y la liberación de los secuestrados, el cansancio social se acentúa. La prolongación del conflicto, las pérdidas humanas y la crisis política interna han transformado la percepción de la guerra; de una causa nacional a un símbolo de desgaste, división y desconfianza hacia el liderazgo de Netanyahu.
Dos años después, el peso del 7 de octubre
A dos años del 7 de octubre de 2023, hecho que marcó un antes y un después en la historia israelí, los resultados de la encuesta en cuestión poseen aún más significado. Como recordó recientemente Escenario Mundial, aquel ataque de Hamas quebró uno de los pilares del sistema de seguridad más sofisticado del mundo y dejó una herida moral que aún no cicatriza. Dos años después, esa herida se traduce en una sociedad exhausta, dividida y crítica del liderazgo político, especialmente del primer ministro Benjamin Netanyahu.

Mientras Israel conmemora el segundo aniversario del ataque, las protestas en Tel Aviv y Jerusalén exigen la liberación de los rehenes y un alto el fuego inmediato, incluso a costa de concesiones diplomáticas. En ese contexto, el apoyo a Netanyahu se desploma, y el recuerdo del 7 de octubre, que en su momento unió al país— hoy se ha transformado en símbolo de desconfianza y desgaste. El trauma que redefinió la identidad israelí ahora impulsa un reclamo colectivo: poner fin a una guerra que ya no se percibe como defensa, sino como prolongación del dolor nacional.
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