La renuncia del primer ministro de Francia, Sebastián Lecornu, se convierte en la más rápida de su historia moderna -27 días después de ser apuntado por el presidente Emmanuel Macron, solo horas después de haber conformado un gabinete que el Congreso no preveía apoyar- y profundiza la incertidumbre política del país europeo.
El ahora exfuncionario se expresó ante la sociedad en un discurso corto brindado en el patio del Hotel de Matignon, residencia del primer ministro. Desde este espacio, culpó de su renuncia a la intransigencia de un Congreso fragmentado: “Yo estaba listo para comprometerme, pero cada partido político quería que el otro adoptara su programa entero”.

Se trata del quinto primer ministro en un período de dos años en Francia que ha estado atravesado por la presión financiera para un ajuste presupuestario del déficit y el rechazo popular a las medidas de austeridad dictadas desde el Palacio del Eliseo. En el medio, las elecciones legislativas anticipadas de 2024 con las que Macron buscó salir del laberinto lo hundieron aún más cuando, en lugar de empoderarlo, los electores disolvieron el poder político del centro para conferirlo a la extrema derecha e izquierda.
La caída de Lecornu, un aliado cercano al presidente que también fue su ministro de Defensa, ilustra la falta de muñeca política legislativa con la que cuenta Ensemble, la alianza centrista que representa los intereses del Poder Ejecutivo. Actualmente, el presidente tiene tres opciones: elegir un reemplazante al primer ministro entre sus filas -sin garantías que su eventual destino sea distinto-, llamar otra vez a elecciones anticipadas con la posibilidad de profundizar su aislamiento político o renunciar, algo que algunas figuras de la oposición ya le reclaman.

Mientras la solución política de Francia se complejiza, los mercados le bajan el pulgar al país galo, que en septiembre vio como la consultora Fitch de Wall Street bajaba por primera vez en la historia su calificación crediticia de A+ a AA, con su consecuente impacto en los bonos de deuda locales e incluso en el euro. Ante la posibilidad cada vez más aparente de un gobierno considerado extremista por el sector financiero en el corto o mediano plazo, los pronósticos económicos para la Quinta República y Europa parecen destinados a empeorar antes de mejorar.
Este empeoramiento podría profundizarse en caso de que Macron llame a elecciones anticipadas, que abrirían una vez más una puerta hacia lo desconocido, así como una campaña que constituiría un tiempo muerto para las reformas y estabilidad política que la situación parece reclamar. De todas maneras, no está claro cual sería el impacto en caso de que tome alguno de los otros caminos que enfrenta: nombrar un reemplazante con pocas posibilidades de imponerse como primer ministro o renunciar él mismo a su investidura.

Todas las medidas parecen tener el costo político alto y no poder postergarse, como hizo de alguna manera Macron al no ceder la formación de gobierno a la coalición de izquierda del Nuevo Frente Popular, que resultó la más votada en las elecciones anticipadas que convocó en junio y julio de 2024. En lugar de aliarse con este espacio, el presidente buscó seguir definiendo la agenda de una política donde ya no era el depositante mayoritario de los votos, una práctica que ahora le estalla en las manos y pone en duda su futuro dos años antes del fin establecido para su mandato.
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