Un funcionario del servicio de seguridad de Bélgica fue arrestado e imputado por espionaje, acusado de haber trabajado para China, según confirmaron fuentes judiciales a Politico el viernes 3 de octubre de 2025. El agente, cuyo rol específico dentro de la estructura nacional de inteligencia no fue revelado, habría sido reclutado por sus contactos privilegiados en los círculos diplomáticos de Bruselas, epicentro de la política internacional en Europa.

El operativo incluyó el allanamiento de su vivienda y su detención el jueves, aunque posteriormente fue liberado bajo estrictas condiciones impuestas por un juez de instrucción. La investigación avanza en un contexto de fuerte presión sobre los organismos de seguridad belgas, señalados por vulnerabilidades críticas en los últimos años.
Espionaje en el corazón diplomático de Europa
La acusación cobra relevancia por el lugar en el que se produjo: Bruselas, sede de la Unión Europea, la OTAN, más de 100 organizaciones internacionales y cerca de 300 misiones diplomáticas extranjeras. Cualquier infiltración en este entramado estratégico supone un riesgo no solo para Bélgica, sino para la arquitectura de seguridad de toda Europa.

El caso se suma a una larga lista de advertencias sobre la actividad de inteligencia extranjera en la capital belga, donde Rusia y China han sido señalados en repetidas ocasiones como actores particularmente activos en el espionaje político, económico y militar.
Antecedentes de vulnerabilidades en Bélgica
La imputación también revive las críticas sobre la capacidad del país para blindar sus instituciones. En febrero de este año, el diario Le Soir reveló que hackers chinos habían infiltrado los sistemas de seguridad del Estado entre 2021 y 2023, en el mayor ciberataque sufrido por la agencia de inteligencia belga. Ese episodio dejó en evidencia la magnitud del desafío en materia de contrainteligencia.
La detención del oficial ahora acusado de espionaje confirma que las amenazas no se limitan al ciberespacio: alcanzan incluso a los propios cuadros de seguridad. Analistas europeos advierten que esta combinación de brechas tecnológicas y vulnerabilidades humanas coloca a Bélgica en el centro de una disputa geopolítica cada vez más agresiva.
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