La relación entre Moscú y Pyongyang ha dejado de ser una cooperación pragmática para transformarse en una alianza estratégica con características militares, que representa un desafío creciente para la seguridad de Asia-Pacífico, Europa y Estados Unidos.
Según el análisis de Anton Ponomarenko, la convergencia actual trasciende el intercambio de armas y granos: se trata de una integración sin precedentes de la industria militar norcoreana en la maquinaria bélica rusa, con efectos directos sobre la guerra en Ucrania y el equilibrio estratégico en la península coreana.
De la guerra en Ucrania al acercamiento ideológico
El primer catalizador fue la invasión rusa a Ucrania en 2022, que ofreció a Corea del Norte la oportunidad de alinearse con un socio nuclear abiertamente enfrentado a Occidente. Pyongyang no solo reconoció Crimea y los territorios ocupados del Donbás, sino que además encontró en Moscú un cliente para su arsenal de misiles y municiones.
A partir de 2023, comenzaron los envíos masivos de proyectiles, cohetes y misiles balísticos norcoreanos a Rusia. Estos suministros habrían cubierto cerca del 40% del consumo de artillería rusa en Ucrania, mientras que a cambio Corea del Norte recibió tecnología antiaérea, drones, granos, petróleo y potencial asistencia nuclear.
Tropas norcoreanas en el frente ruso
El segundo gran salto se produjo en 2024, cuando Kim Jong Un y Vladimir Putin firmaron un Tratado Integral de Asociación Estratégica en Pyongyang. Poco después, la OTAN reportó el despliegue de más de 15.000 soldados norcoreanos en la región de Kursk, confirmación que Moscú y Pyongyang reconocieron oficialmente en abril de 2025.

Las tropas de Corea del Norte aportaron artillería pesada, misiles antitanque y tácticas de drones de ataque en primera persona. El involucramiento les permitió obtener experiencia directa contra fuerzas entrenadas por la OTAN y entrenarse en nuevas tecnologías de guerra electrónica y sistemas no tripulados.

Un desafío global
El pacto militar ha consolidado un mecanismo operativo permanente, donde Rusia obtiene municiones, soldados y legitimidad política, mientras que Corea del Norte accede a tecnología avanzada y respaldo diplomático frente a Washington y Seúl.
El riesgo es que esta alianza, descrita ya como “probada en el campo de batalla”, no solo refuerce la resistencia rusa en Ucrania, sino que también alimente futuros conflictos en la península coreana, con tropas norcoreanas preparadas y con acceso a equipamiento de última generación.
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